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miércoles, 2 de diciembre de 2009

En puertas del 4 de diciembre

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La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña va camino de convertirse en un grave problema de Estado, como revela el hecho de que el jueves se produjera algo que nunca había ocurrido en la prensa escrita española, caracterizada, desde hace ya muchos años, por analizar la realidad desde perspectivas tan diferentes que, quien lea diversos periódicos, puede tener la sensación de vivir en dos mundos distintos. Todos los diarios catalanes aparecieron el pasado jueves con el mismo editorial: «Por la dignidad de Cataluña». Las declaraciones de los directores de los principales de esos diarios afirmaban que no se trataba de presionar a los miembros del mencionado tribunal, pero apuntaban que algunos de sus integrantes están en entredicho al haber cumplido su mandato y no haber sido renovados por falta de acuerdo político. Señalaban, con rotundidad, que un rechazo al Estatuto aprobado en referendum por los catalanes generaría mucho malestar y tensión en la sociedad civil catalana. La excepcional iniciativa de los diarios catalanes encontró a lo largo de la jornada el respaldo de otros medios de comunicación y de numerosas instituciones culturales, académicas, sociales, vecinales o deportivas; entre ellas el C.F. Barcelona presidido por Joan Laporta.

No voy a entrar en el análisis de esta iniciativa que en los próximos días hará correr ríos de tinta, llenará los periódicos de titulares y declaraciones -ya ha ocurrido-, y provocará desasosiego, bronca, crispación, malestar y desencuentros. Tiempo habrá de hacerlo. Quiero ahora dirigir la mirada hacia una fecha inminente del calendario, al próximo 4 de diciembre.

Para muchos será, simplemente, el viernes de la semana que viene y para otros la antesala de un largo puente que, como cada año, llega de la simbiosis de una celebración laica y otra religiosa, del día de la Constitución y de la fiesta de la Inmaculada Concepción. Es posible que algunos recuerden que en tal fecha, hace ya algunos años, concretamente en 1977, cientos de miles de andaluces se echaron a la calle para pedir autonomía en una jornada histórica que hoy pocos recuerdan. Fue para exigir que Andalucía tuviese un Estatuto en pie de igualdad con el de las comunidades que por entonces empezaban a denominarse comunidades históricas -Cataluña, Galicia y el País Vasco-, consideradas como tales por tener aprobado por las Cortes de la II República sus respectivos estatutos de autonomía. La sociedad civil andaluza se echó a la calle en forma de marea humana en las capitales andaluzas y en muchas otras ciudades. En las fachadas de edificios tan emblemáticos como la Alhambra o la Giralda aparecieron banderas andaluzas. Aquel día Andalucía mostró a España que estaba viva y que el proceso autonómico no podía hacerse sin contar con ella.

Hoy, tres décadas después, la sociedad civil catalana se moviliza en defensa de un estatuto que está pendiente de una sentencia del Tribunal Constitucional. Por ahora hemos asistido a un amago, a una advertencia que muchos consideran intolerable por entender que es una presión sobre el poder judicial. Sin embargo, lo que Cataluña ha puesto de manifiesto es que tiene sociedad civil y eso significa que está viva. La pregunta que podríamos formularnos en Andalucía es ¿dónde está nuestra sociedad civil? ¿Existe? ¿Queda algo del espíritu de aquel 4 de diciembre que movilizó a más de un millón de andaluces o el 4 de diciembre es solo la antesala de un largo puente vacacional? Si la respuesta a esta última cuestión es afirmativa, tenemos lo que nos merecemos.

José Calvo Poyato en ABC

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