'Soy

miércoles, 14 de agosto de 2013

“Todo está en calma” Diego Martín

“Todavía” Gian Marco

domingo, 23 de junio de 2013

Por qué fracasará la reforma de la Administración

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Artículo de Carlos Sánchez publicado en El Confidencial

“¿Es posible acometer una reforma en profundidad de las administraciones públicas sin tocar los estatutos de autonomía y la Constitución? Probablemente, no. Sin embargo, ese es el empeño del Gobierno: hacer una tortilla sin romper huevos. Pero carece de sentido -por mucha mercadotecnia política que se ponga en circulación- cambiar el modelo de Administración sin incardinar lo que se quiere hacer en una reforma territorial del Estado. Precisamente, para hacer viable un principio cada vez más asentado en la teoría económica: el crecimiento depende, sobre todo, del marco institucional de un país y no de voluntarismo político.

España, sin embargo, como sostiene el profesor Muñoz Machado, parece haber abandonado el cauce constitucional para hacer reformas. Y en su lugar, se ha dejado arrastrar por un modelo dominado por el “oportunismo y la improvisación”, sin reglas objetivas a las que atenerse con cierta seguridad jurídica. Las microrreformas en lugar de la macrorreforma.

Es la consecuencia lógica de intentar modelar el Estado a golpe de leyes que el siguiente Gobierno cambiará. Y el fracaso en el modelo educativo o la hipertrofia administrativa demuestran que sólo un país de leguleyos reforma el Estado cada mañana. Olvidando aquel viejo principio del Derecho Romano: De minimis non curat praetor. O lo que es lo mismo: de las cosas pequeñas no se ocupa el juez. Y la reforma que se propone -sin duda certera en el diagnóstico y útil en muchos aspectos- se fija demasiado en la anécdota, pero no en la categoría.

Unos cuantos datos, ofrecidos esta misma semana por el presidente de CEOE, lo ilustran. En 2011, se aprobaron 2.896 normas de carácter estatal y otras 10.261 de origen autonómico. Pero es que al año siguiente las páginas publicadas por el BOE ascendieron a 151.133, mientras que los distintos diarios y boletines oficiales de las comunidades autónomas sumaron otras 715.009 (han leído bien). A lo que hay que añadir la producción legislativa emanada desde Bruselas.

Frente a esta realidad se presenta una reforma que, con buen criterio, intenta podar la frondosa arboleda del Estado, pero que carece de instrumentos reales para racionalizar tanto dispendio. Las impugnaciones ante el Tribunal Constitucional caerán por docenas sin un pacto político previo. Muchas administraciones seguirán huyendo del derecho administrativo -mediante la creación de sociedades mercantiles- con el único objetivo de favorecer el clientelismo político.

Es cierto que la reserva del Estado, plasmada en el artículo 149 de la Constitución, da un amplio margen a la ley estatal, pero parece insuficiente en un contexto como el actual, en el que hay un problema de legitimación política. ¿Dónde está escrito que el PP va a gobernar toda la vida? ¿Es posible y hasta legítimo cambiar las reglas del juego cuando el actual modelo de financiación autonómico impide a las regiones responsabilizarse de sus propias decisiones fiscales?

Una tercera cámara

La estrategia del Gobierno es  todavía más preocupante si se tiene en cuenta que la propia Carta Magna no define claramente el modelo territorial del Estado, lo cual supone gobernar a ciegas. Como, de hecho, ha ocurrido desde 1978. Algo que explica, en buena medida, el gran número de litigios entre comunidades autónomas y Gobierno central, lo que ha convertido al Tribunal Constitucional en una tercera cámara legislativa que no sólo interpreta la norma fundamental del Estado, sino que, además, la crea en función de cada mayoría (política) de magistrados.

El Estado autonómico está ahí, y, guste o no, nada se puede hacer sin atacar el fondo del problema, que no es otro que poner al día la Constitución para definir con mayor precisión el marco competencial. Haciendo bueno aquello que dijo Georges Pompidou: "Haremos las regiones sin deshacer Francia".  Y lo que ha sucedido en España es justamente lo contrario.

Como recuerda la propia reforma aprobada por el Gobierno, hasta la fecha, los ministerios han detectado 5.800 normas de 28 sectores económicos “que podrían estar afectando a la unidad de mercado”.  Una vez más se corroboran las teorías que sostienen que a medida que existen más niveles de Gobierno diferenciados, aumenta el número de instituciones políticas vulnerables a grupos de presión próximos que inducen a un aumento del gasto público.

Quiere decir esto que la reforma de la administración propuesta por el Gobierno: el intento de modernizar el aparato del Estado -ese complejo magma organizativo que llaman algunos-, sin tocar el Título VIII de la Constitución acabará, necesariamente, con numerosos recursos ante el TC. Básicamente por un problema de lealtad constitucional. Y la prueba del nueve la dio este viernes Mas-Colell (otro buen economista que ha acabado siendo un pésimo gestor) nada más conocer la propuesta del Gobierno: "No vamos a devolver jamás ninguna competencia", dijo ufano.

España lleva 30 años hablando de reformar la Administración, pero poco se ha avanzado. Probablemente porque el país sigue anclado en un modelo galdosiano de organización del Estado -a imitación del francés- en el que la Administración se arroga el papel de vigilante con carácter previo de los actos de los ciudadanos, lo cual convierte los actos administrativos en una carga insoportable.

Se obvia, de esta manera, una de las reformas de mayor calado que pretende hacer la Unión Europea a imagen y semejanza del modelo anglosajón, donde la administración comprueba si el administrado cumple los requisitos, pero a posteriori, sin frenar las dinámicas económicas. En definitiva una nueva cultura que la reforma no está en condiciones de imponer al resto del sector público (dos terceras partes del gasto es autonómico). Precisamente, porque no va al fondo del asunto. Fue Hobbes quien advirtió que la esencia de la naturaleza es “la anarquía y la ley de la guerra”.  ro las pautas que guían al ser humano para evitar esta fatalidad también están insertadas en la naturaleza. Por eso, sostenía, “un Estado sin poder soberano sólo es una palabras in contenido”.

Aeropuertos sin aviones

Este desamparo es todavía más preocupante si se tiene en cuenta la falta de tradición de la Administración española a la hora de hacer un análisis coste-beneficio de sus decisiones económicas. Primero se ordena el gasto y, posteriormente, se evalúa su rentabilidad  económica y social. Y el mejor ejemplo es el despropósito a la hora de construir kilómetros de alta velocidad (el caso del AVE que morirá en Badajoz y no en Portugal es de aurora boreal). Aunque no son menos escalofriantes los aeropuertos sin aviones que pueblan la geografía española. Sin duda, por ausencia de planificación económica en el conjunto del territorio.

Planificación no es sinónimo de estatalismo ni, por supuesto, tiene que ver con planes quinquenales, sino que planificar, como alguien dijo, es el arte de conciliar intereses contrapuestos. Y aunque la reforma habla de planificar, como recordó la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, lo cierto es que carece de instrumentos jurídicos más allá de la utilización con fines coercitivos de la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Una prueba de ello es el carácter bifronte, como ha dicho el Constitucional, de los ayuntamientos, que dependen indistintamente de las comunidades autónomas y la Administración central, lo cual genera disfunciones que sólo la jurisprudencia del TC -y no la Constitución- resuelve.

Ya el economista alemán Adolph Wagner advirtió, a mediados del siglo XIX, una verdad incómoda. O al menos, paradójica. Observó que el tamaño del Gobierno tiende a crecer a medida que prospera el nivel de vida de los ciudadanos, lo que a priori puede parecer una contradicción. Se supone que los ciudadanos de un país desarrollado tenderán a depender menos del Estado que los habitantes de una nación emergente o en vías de desarrollo. No es así. Wagner lo vinculó a una constatación. Al hacerse las sociedades más complejas, las necesidades de gasto público son mayores. Y, por lo tanto, hay que gastar más. Un aumento del output privado, por ejemplo, requiere mayor inversión pública en capital físico o tecnológico. De lo contrario, se correría el peligro de que la producción privada fuera estrangulada por falta de infraestructuras.

Lo que ha ocurrido, sin embargo, es más doloroso. Como alguien dijo, se pretendía inicialmente que el Estado se ocupara  de que  un vecino no cortara flores en el jardín de otro; pero nunca se ocuparía de regar ni de cultivar esas flores. Con el tiempo, sin embargo, acabó transformándose en jardinero. Ese es el problema de fondo. Lo otro son ínfulas de subsecretario.

domingo, 2 de junio de 2013

Amor se llama el juego - Joaquín Sabina

Austericidas y estimulados

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Austericidas  y estimulados

Por Berta González de Vega

Luchar contra el déficit nos está matando. El déficit no lanza bombas ni es una guerrilla de asalto, pero intentar reducirlo mantiene los estimulados, provoca el porcentaje de parados que padecemos, unos recortes brutales en el estado del bienestar y que estemos cavando nuestra propia tumba, en forma de fosa común, porque nunca volveremos a crecer. El primer culpable fue Lehman Brothers y aquellos bancos americanos que vendían hipotecas basura a quien no podía pagarlas, algo que no pasaba aquí, por supuesto, que para eso teníamos un sector financiero envidiado en el mundo entero, con un sistema de supervisión en el Banco de España que nos lo iban a copiar. Pues resulta que las cajas de ahorro fueron un cortijo ruinoso y que aquí también dimos hipotecas a Violeta, la asistenta peruana de mi tía, con un marido albañil, que pagó casi 300.000 euros por una casa en Vallecas. Por entonces, yo también caí en el “las casas nunca bajan” sin que me pusieran pistola en la sien y me endeudé en un pareado en Churriana, Málaga, por el mismo dinero que mi primo Pablo en un chalé en New Jersey con vistas a Manhattan, a pocas paradas de cercanías. Cuando lo conté a una asesora socialista me dijo: “No puedes afirmar que aquí hay burbuja basándote en una anécdota personal”. Por muy ilustrativa que fuera. Aquello es agua pasada, de todas formas. Ahora, la culpa es de Angela Merkel.

Desde la burbuja, creo en mis anécdotas personales, que suelo reconvertir a pesetas, por cierto; mucho de lo que nos pasa es que nunca nos enteramos del euro. Cuando los economistas krugmanianos keynesianos, a los que desde ahora llamaremos estimulados, partidarios de “activar políticas de crecimiento” —¿eso se hace dando a una teclita?— piden que no haya tanto recorte del gasto, yo siempre me imagino de paseo con Krugman y con Merkel en mi Mégane familiar cochambroso y ya pagado por mi ciudad. Málaga. Capital de la Costa del Sol. Les recogería en el aeropuerto Pablo Ruiz Picasso, toda una catedral aeroportuaria que ha hecho que el edificio antiguo, diseñado por Bofill, parezca la casita de Pin y Pon. Les explicaría que disfrutamos ahí de una segunda pista que ha costado 600 millones de euros —100.000 millones de pesetas— para que abra algún fin de semana, cuando haga falta. Si ha llovido torrencialmente, como pasa aquí, seguro que hay un gran charco que provoca atascos y les contaría que llevamos dos años esperando a que inauguren el acceso nuevo sobre pilares, que la primera rotonda está ahora muy mona, después de años de abandono, porque se arregló para el día en el que vino la ministra a dar por abierta la pista ociosa. O sea, tenemos una segunda pista que no tiene Gatwick y un acceso que recuerda a Namibia.

En el aeropuerto les explicaría que hay parada de tren, pero que solo llega a Fuengirola. Ni a Marbella ni a Estepona. El tren va lleno normalmente y se lleva pidiendo su prolongación décadas, pero los políticos lo siguen estudiando. Es que en principio, les digo, a Marbella también iba a llegar el AVE, a pesar de que está a media hora de Málaga. Pero ahora la autopista no tiene iluminación por la noche porque hay que ahorrar. Me imagino entonces a Merkel mirando la segunda pista.

Desde allí, les llevaría hacia Málaga. Pasaríamos por el estadio de atletismo, el Martín Carpena de baloncesto y las piscinas cubiertas y al aire libre en concesión administrativa, con gran gimnasio incluido. Entraríamos entonces en el paseo marítimo Antonio Banderas y, enseguida, verían la imponente sede de la Diputación. Antes les señalaría las oficinas de Limasa, el servicio de basuras: nos hemos librado de una huelga in extremis, no querían bajadas de sueldo ni que se tocara una bolsa de trabajo con puestos hereditarios. “¿Cuántas veces recogen la basura?”, pregunta Merkel. Todos los días. Pues claro, que aquí hace calor. 86 millones de euros nos cuesta —13.000 millones de pesetas.

Ya en la Diputación tendría que explicar que es un organismo para dar servicio a los pueblos pequeños. ¿Por qué entonces ese edificio tan grande en Málaga? Me preguntarían. Eso digo yo. ¿Cuánto? Dice Merkel: 40 millones de euros —7.200 millones de pesetas—. En el edificio de detrás, de arquitectura regionalista, antiguo orfanato, les hablaría de La Térmica, centro de arte emergente. Sí, todo público. 400.000 euros de presupuesto este año: 72 millones de pesetas. ¿Para los pueblos pequeños? Pregunta Krugman. Eso digo yo. Ha habido una exposición de fotos sobre Andy Warhol. Además, como tengo incontinencia verbal, les cuento que dentro hay un aparato de trigeneración que costó cinco millones de euros y que solo se ha encendido unos días, porque no sirve.

¿Cómo funciona la selección de personal? Pregunta Krugman. Pues mire, le voy a hablar de los dos últimos casos. Hace unos días se supo que han fichado de asesora a una señora de mi edad que se afilió al partido casi adolescente y, desde entonces, siempre ha trabajado en cargos públicos. Dio positivo en un control de alcoholemia, dimitió de directora de distrito en el Ayuntamiento y enseguida fue rescatada por la Diputación. ¿Rescate? Dice Merkel. El otro caso es también ilustrativo. Han externalizado un servicio del consorcio de bomberos y solo casualmente la adjudicataria ha contratado a varios del PP ¿La sede vieja? pregunta la alemana. En uso.

Siguiente parada: antigua Tabacalera. Edificio regionalista de miles de metros, construido en los años 20 del siglo XX. Alberga un museo del automóvil de un coleccionista portugués, que tiene éxito entre los extranjeros de la costa, dependencias municipales y la obra de 40 millones —7000 millones de pesetas— de lo que iba a ser un gran museo de piedras preciosas. ¿No se pudieron poner todas las áreas del Ayuntamiento allí juntas?, pregunta Merkel. Se pensó en un principio, pero luego empezaron con lo de las joyas. Llegaron a exponer dos: la aguamarina “Ceu de Primavera” (1129 quilates) y la esmeralda “Agra” (350). Ahora intentan darle vidilla con un acelerador de empresas TIC, que es lo último después de los espacios coworking y las incubadoras y viveros. El fondo que está detrás, les digo, pone un millón y medio de capital y, según dijeron, pretendían conseguir hasta seis millones de fondos europeos. Merkel entonces dice: “En Berlín lo hacen a pulmón y les va muy bien”. Le explico que ya lo sé, y que Rocket Internet ha abierto sucursal en Oporto.

Seguimos la marcha hasta un edificio acristalado, de diez plantas y unas lamas muy modernas. Eso es la Gerencia de Urbanismo y alguna oficina municipal más. Krugman se frota los ojos. “Después de la burbuja inmobiliaria, ¿mantienen el mismo número de trabajadores?”. Asiento, 350. En Seattle, 50.000 habitantes más que en Málaga, tienen 310 en el departamento de planeamiento urbano y obras. Y creo que es una ciudad ligeramente más rica y extensa. En el Ayuntamiento no se ha despedido a nadie y se mantiene un seguro médico privado para sus trabajadores. “Pero”, dice el economista, “España tiene una sanidad pública magnífica”. Pues sí. ¿Cuánto costó el edificio? 35 millones —casi 6000 millones de pesetas—. 10 millones en unas lamas que iban a ahorrar mucho en la factura de la luz. El mantenimiento está en 800.000 euros anuales. En la puerta hay un aparcabicis moderno donde no hay ninguna. “Habrá carril bici por toda la costa, ¿no?”, pregunta la canciller alemana. No, le tengo que decir. Ahora dicen que no tienen dinero. Sí, con este tiempo y todo tan llanito al lado del mar.

Hago un giro hacia la estación del AVE, mitad centro comercial, y enseguida estamos en una zona de obras. “El metro”, les señalo. ¿Iban a hacer uno antes de tener una red enorme de carriles bici? Pues claro, me encojo de hombros. Les cuento que las obras van muy lentas, que llevan gastados 400 millones de euros —lo que se estimaba que iba a costar todo—, años de retraso y ahora la indecisión sobre si debe ir en superficie o no por el centro de la ciudad. “Pero, habría informe técnico solvente, ¿no?”, pregunta Krugman. Pues eso digo, de nuevo encogiéndome de hombros.

Les explico que no les llevo de museos, pero que tenemos: el Picasso, el de la casa natal de Picasso, el Thyssen, el del patrimonio municipal y el Centro de Arte Contemporáneo. Querían todavía más, pero la realidad, ahí, parece que se ha impuesto. El Ayuntamiento se gastó 20 millones de euros —3200 millones de pesetas— en comprar una manzana y ahora no sabe qué hacer con esos edificios. La opción más probable es que los tiren.

Pongo rumbo a la Universidad. Antes paso por el Hospital Carlos Haya. Les cuento que lleva el nombre de un aviador franquista —Krugman pone cara de asombro— porque fue Franco el que hizo el hospital, hace más de 50 años. Desde entonces, sigo, Málaga es la provincia que más ha crecido en población de España pero los políticos nunca han estimado necesario hacer otro. La gente se hartó hace unos años e iba a manifestarse, pero entonces la Junta prometió que haría “el macrohospital”, referencia de Europa. Lo pagaría con las plusvalías de echar abajo los viejos y hacer pisos. Hasta ahora. El presupuesto era de 400 millones de euros. “Los que están en el metro, ¿no?”, dice Merkel. Pues sí. “¿Ha dimitido alguien?”, pregunta Krugman. Pues no.

Ya en el bulevar de la Universidad les enseño las facultades. Tenemos casi de todo. Miran admirados sobre todo los edificios nuevos. Cuando estamos en el de ingenierías, me preguntan si es difícil entrar. “Nada, un aprobado en la prueba final de bachillerato. Claro que luego la media es de nueve años para acabar la carrera. Solo este año el Gobierno ha decidido subir las tasas para los repetidores y ha habido manifestaciones”, les voy diciendo. Krugman pregunta si viene mucha gente de fuera a estudiar a Málaga: “Bueno, sobre todo de los pueblos de alrededor y de alguna provincia andaluza”. “¿No vienen europeos, con lo bueno que hace?”, pregunta Merkel. “Sí, claro, somos un destino muy popular entre los Erasmus. Playa y fiesta es una combinación ganadora siempre”. Krugman, tan anglo maléfico él, pregunta por los ranking. Le digo que es un Campus de Excelencia, como muchos en España, porque no era cuestión de discriminar, que aquí somos capaces de ser excelentes todos. No hay ninguna universidad española entre las primeras 150 del mundo. Precisamente la rectora de Málaga, sigo explicando, es la presidenta de los rectores españoles y siempre dice que es cuestión de dinero, que con esos presupuestos no pueden mejorar. Los dos miran los edificios imponentes que nos rodean. Acabo contándoles que la rectora, Adelaida de la Calle, tiene a un yerno colocado en una fundación de la Universidad donde no ha habido recortes, también tiene allí otro yerno el gerente, y un hijo, un vicerrector.

Pero le tengo que decir con orgullo a Merkel que aquí no ha dimitido nadie por plagiar para obtener el doctorado, como en su país. Además, en España, casi todas las tesis doctorales son cum laude.

Proseguimos hacia el Parque Tecnológico de Andalucía. Nos encontramos con una protesta de trabajadores de Isofotón. Les digo que fueron pioneros mundiales en fabricación de placas solares pero ahora quieren echar a muchos, después de 25 millones de euros de ayudas públicas. Puestos a hablar de fondos públicos, les cuento que muchos de los edificios se han construido con fondos europeos, asociados con proyectos de investigación que está examinando ahora el Gobierno de España. Hay cierto miedo a devolver las ayudas, pero se tiene la seguridad de que no llegará la sangre al río porque una diputada por Málaga muy rumbosa, Celia Villalobos, ha dicho que los resquemores son de un funcionario que se ha equivocado. Ven el cadáver del Instituto para el Bienestar Ciudadano. Parado. “¿También ha recibido ayudas europeas?”, dice Merkel. Sí. Le contesto. La policía está investigando.

Ha llegado la hora de preguntarles yo. “¿Ve algún margen para políticas de estímulo, señor Krugman?”. “Qué distintas se ven las cosas desde el despacho de Princeton”, me concede. Miro a Merkel. Tiene cara de estreñida. “No diré nada. Cualquier comentario será utilizado en mi contra y me pueden llamar nazi”.

Antes de llevarles al aeropuerto, les invito a pescaíto en la playa. Se ve Sierra Nevada al fondo, el mar como un plato que atraviesa un crucero, el campo de golf al lado, a cinco minutos del aeropuerto, las cometas del kite surfing en el cielo. Casi atropello a un ciclista en el camino a la playa. “Ahora tampoco hay dinero para un carril bici aquí, ¿no?”, dice Krugman. Asiento. Esperando el espeto de sardinas, al sol, Merkel dice: “Esto podría ser el paraíso. Habrá que colonizarlo”.

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martes, 23 de abril de 2013

La Segunda República.La verdad oculta.

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El pasado 14 de abril, hace 80 años, se proclamaba la Segunda República, un régimen sobre el que se han difundido numerosas falsedades. A continuación se ofrecen algunos datos que posiblemente no te hayan explicado sobre aquel régimen:

Una República instaurada tras una victoria electoral monárquica

Se suele decir que la Segunda República se proclamó tras una victoria electoral republicana. Nada más lejos. En las Elecciones Municipales del 12 de abril de 1931, los republicanos obtuvieron 5.775 concejalías frente a las 22.150 conseguidas por los monárquicos. El número de concejales monárquicos casi cuadruplicaba al de concejales republicanos.

Sin embargo, el voto republicano se concentró en las ciudades, obteniendo la victoria en la mayor parte de las capitales de provincia, lo que sembró la euforia entre los partidarios de la caída de la monarquía y sembró el desánimo en la Corte de Alfonso XIII, que dos días después de los comicios partía hacia Cartagena y de allí hacia el exilio para evitar que un conflicto entre monárquicos y republicanos acabase en un baño de sangre: “quiero apartarme de cuanto sea lanzar a un compatriota contra otro en fratricida guerra civil”, afirmaba el monarca en una carta publicada el 17 de abril por el diario Abc.

Una Constitución aprobada sin referéndum y sin voto femenino

La Constitución de la Segunda República fue aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes, elegidas el 28 de junio de ese año en unas elecciones en las que sólo pudieron votar los hombres (el voto femenino no fue aprobado hasta el 1 de octubre) y que dieron lugar a un parlamento con una insignificante presencia de la derecha. Para colmo de defectos, no se convocó ningún referéndum para aprobar esa Constitución. Las Cortes republicanas negaron al pueblo español su derecho a decidir sobre esa Carta Magna.

Dos diputadas socialistas en contra del voto femenino

En el otoño de 1931 se debatió la aprobación del voto femenino. En aquellas Cortes republicanas sólo había dos mujeres, que irónicamente no pudieron votar en las elecciones: Clara Campoamor, del Partido Radical, y Victoria Kent, del Partido Republicano Radical Socialista. La primera votó a favor del voto femenino, y la segunda en contra. En su discurso, Kent no dudó en basar su rechazo al voto femenino en una “cuestión de oportunidad para la República”, llegando a afirmar lo siguiente: “Si las mujeres españolas fueran todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un periodo universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino.” Curiosamente, el mismo argumento se podría haber usado para rechazar el voto masculino…

El caso más esperpéntico de rechazo al voto femenino vino de Margarita Nelken, del PSOE, que resultó elegida diputada por Badajoz en las elecciones parciales celebradas el 4 de octubre de 1931. Nelken no dudó en mostrar su rechazo al voto femenino con estas palabras: “Poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario”. Hoy en día la web del PSOE presenta a Nelken como una pionera pero no menciona su voto en contra del sufragio femenino. Las mujeres votaron por primera vez en unas Elecciones Generales el 19 de noviembre de 1933, dando la victoria por mayoría a la derecha y evidenciando el motivo sectario por el que buena parte de la izquierda se negó a apoyar este derecho de las mujeres.

Censura de prensa y duras limitaciones a la libertad de expresión

El Artículo 34 de la Constitución de la Segunda República afirmaba: “Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión, sin sujetarse a previa censura.” Sin embargo, la Ley de Defensa de la República de 1931 convirtió en delitos ciertos ejercicios de la libertad de expresión y de información, por ejemplo:
■“La difusión de noticias que puedan quebrantar el crédito o perturbar la paz o el orden público”
■“Toda acción o expresión que redunde en menosprecio de las Instituciones u organismos del Estado”
■“La apología del régimen monárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación, y el uso de emblemas, insignias o distintivos alusivos a uno u otras”

Con ello, se impedía a cualquier ciudadano, asociación o medio de comunicación ejercer la crítica al gobierno o al régimen, lo que proporcionaba a la Segunda República normas represivas propias de una dictadura. En la práctica, esta ley supuso la instauración de una férrea censura previa, que llenó los periódicos de diverso signo de espacios en blanco bajo el título de “visado por la censura”.

Censura en el cine a escenas “lujuriosas” de abejas y flores

Durante la Segunda República también se censuraban las películas. La censura suprimía escenas de desnudos, aquellas que tuviesen una cierta carga erótica e incluso cualquier mención a la prostitución o a los homosexuales, como señalan María Antonia Paz Rebollo y Julio Montero Díaz en “Las películas censuradas durante la Segunda República. Valores y temores de la sociedad republicana española (1931-1936)”. En dicho trabajo se recogen, además, casos de censura en “una escena que recogía la cópula de las abejas”, o “una escena de una yegua y un caballo y otra en la que se fecundan las flores”, pues “se consideró que presentaban una tendencia lujuriosa”.

Censura política e ideológica en las obras de teatro

Durante la Segunda República también existía censura previa en las obras de teatro, incluso en las infantiles. Como señaló Manuel L. Abellán: “Autores, empresarios o representantes de las compañías teatrales elevaban una instancia con anterioridad al estreno de la obra.” En su trabajo se indica como diversas obras fueron censuradas por motivos políticos e ideológicos, e incluso suprimiendo críticas al gobierno.

La Ley de Vagos y Maleantes, un invento de la Segunda República

Hay mucha gente que piensa que la tristemente famosa Ley de Vagos y Maleantes fue un invento del franquismo, pero la realidad es que fue promulgada el 4 de agosto de 1933, durante la Segunda República, y fue un proyecto del gobierno izquierdista de Manuel Azaña. La versión original de la ley declaraba “en estado peligroso” a diversos individuos entre los que contaban los “vagos habituales”, los “ebrios”, “los que ocultaren su verdadero nombre” o incluso los que no justificasen la posesión del dinero que se hallase en su poder. Los castigos iban desde multas al internamiento, pasando por la pérdida del dinero y demás posesiones.

Un escudo monárquico para una bandera que no usó la Primera República

A diferencia de lo que muchos piensan, la bandera tricolor de la Segunda República no fue utilizada durante la Primera República (1873-1874), régimen que usó la bandera bicolor que había establecido Carlos III como bandera nacional en 1785. La Segunda República cambió el diseño de la bandera, pero irónicamente mantuvo el escudo con los cuarteles que representan a los reinos de Castilla, León, Navarra, Aragón y Granada, cuya unión ha simbolizado siempre el Reino de España. La Segunda República también mantuvo las Columnas de Hércules con la cinta luciendo el lema “Plus Ultra”, incorporado por Carlos V para simbolizar su Imperio. Simplemente, se suprimió el escusón con las flores de lis que representaban a la dinastía borbónica, y se sustituyó la corona real por una corona mural, elección muy inadecuada pues dicha corona se usaba tradicionalmente en diversos países -mayoritariamente monarquías- para timbrar los escudos de los municipios, y no de una nación.

Una Constitución que lesionaba la libertad religiosa

La Constitución de la Segunda República, en su Artículo 26, establecía la disolución de las órdenes religiosas que estableciesen un voto de “especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado”. Se proscribía así a las órdenes que hacían voto de obediencia al Papa. A comienzos de 1932, esa norma dictatorial se utilizó para disolver la Compañía de Jesús, nacionalizar sus bienes e iniciar una auténtica persecución contra sus miembros.

La Constitución de 1931 establecía, además, la disolución de todas las órdenes religiosas que “constituyan un peligro para la seguridad del Estado”. Con una afirmación así se abría la puerta a que cualquier gobierno se cargase toda orden que no complaciese los caprichos del poder. Además, dicha Constitución prohibió a las órdenes religiosas dedicarse a la enseñanza, una labor a la que los religiosos había dedicado enormes esfuerzos y que había permitido educarse a numerosas personas de las clases más humildes. Se trataba de un atropello en toda regla que violaba el derecho a la libertad de educación. Pero las medidas anticatólicas de esa Constitución no acababan ahí.

El Artículo 27 proscribió los cementerios religiosos, ya fueran católicos, judíos, protestantes, etc. Dicho Artículo también establecía lo siguiente: “Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno.” Se sometía así a la voluntad del poder el ejercicio de la libertad religiosa, suprimiéndola de facto.

Una República sin libertad de educación

El Artículo 48 de la Constitución de la Segunda República afirmaba: “La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad humana.” Como ya he señalado, se prohibía a las órdenes religiosas dedicarse a la educación. Al declarar la enseñanza laica se excluía a la religión del sistema educativo, algo que hoy en día violaría el Artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El citado Artículo 48 de la Constitución de 1931 se limitaba a afirmar: “Se reconoce a las Iglesias el derecho, sujeto a inspección del Estado, de enseñar sus respectivas doctrinas en sus propios establecimientos.” Es decir, que la República reconocía a la Iglesia el derecho a enseñar su religión en sus parroquias, conventos o monasterios… pero incluso así esa enseñanza estaría sometida al control del Estado.

Significativamente, y en línea con las tesis de las logias masónicas -un poderoso y socialmente muy minoritario grupo de presión, pero al que pertenecían nada menos que 151 de los 470 diputados de las Cortes Constituyentes-, ese Artículo 48 reconocía la “libertad de cátedra” -es decir, que los profesores podían imponer sus opiniones y tesis ideológicas a sus alumnos- pero omitía toda mención al derecho de los padres a decidir la educación que deseaban para sus hijos, derecho históricamente denostado por la izquierda pero que hoy recoge el Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Cuando la derecha ganó las elecciones y no la dejaron gobernar

La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil-Robles, gana las Elecciones Generales del 19 de noviembre de 1933 -las primeras elecciones de la historia de España en las que votan las mujeres-, obteniendo 115 diputados. La segunda formación más votada, el Partido Radical, obtiene 102, y la tercera, el PSOE, se queda con 59. A pesar de los resultados, la izquierda amenaza con una insurrección si la CEDA forma gobierno. La izquierda más extremista ni siquiera espera a que ocurra tal cosa: los anarquistas de la CNT inician el 8 de diciembre de 1933 un levantamiento golpista disfrazado de huelga general, que se salda con 89 muertos y 163 heridos, atentados con explosivos, destrucción de archivos, quema de iglesias y atentados contra vías férreas, puentes, líneas telegráficas y telefónicas. El acto más grave de esa intentona golpista es el descarrilamiento del tren rápido Barcelona-Sevilla en Punzol (Valencia), un atentado terrorista que mata a 23 pasajeros y deja 38 heridos.

El 18 de diciembre el Presidente de la República, Alcalá Zamora, ignora los resultados electorales y encomienda la formación de un nuevo gobierno a Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical, el segundo más votado. La CEDA se pliega a las amenazas de la izquierda y decide apoyar el gobierno de Lerroux. Sin embargo, en el otoño de 1934 la CEDA exige a Lerroux que le permita participar en el gobierno. Alcalá Zamora lo acepta y el 4 de octubre entran tres ministros de la CEDA en el ejecutivo de Lerroux. Al día siguiente, el PSOE pone en marcha una nueva intentona golpista bajo el disfraz de una huelga general. En Madrid miembros armados del sindicato del PSOE, la UGT, intentan asaltar -sin éxito- los edificios de la Presidencia del Gobierno y del Ministerio de la Gobernación. En diversas zonas de España la intentona golpista se traduce en una semana de violencia, lo que obliga al gobierno a hacer intervenir al Ejército. El golpe se salda con más de un millar de muertos, entre ellos 35 sacerdotes asesinados por los golpistas. Se trata del levantamiento armado más grave sufrido por la Segunda República antes del 17 de julio de 1936.

La actitud golpista del PSOE durante la Segunda República

La sangrienta experiencia revolucionaria de octubre de 1934 no es un caso aislado en la actitud del PSOE hacia la Segunda República. Basta con repasar los incendiarios discursos de Francisco Largo Caballero, secretario general de la UGT hasta 1938 y presidente del PSOE entre 1932 y 1935. Ya el 23 de noviembre de 1931, cuando ocupaba el cargo de Ministro de Economía y ante la posibilidad de que se disolviese el gobierno por falta de apoyos parlamentarios, Largo Caballero advirtió: “No puedo aceptar la posibilidad, que sería un reto al partido, y que nos obligaría a ir a una guerra civil“. En febrero de 1933 vuelve a repetir su amenaza: “Si no nos permiten conquistar el poder con arreglo a la Constitución… tendremos que conquistarlo de otra manera”. En agosto evidencia en otro acto del PSOE lo que opina de la República: “Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista“.

En plena campaña para las Elecciones del 19 de noviembre de 1933, Largo Caballero vuelve a mostrar su peculiar talante: “El jefe de Acción Popular decía en un discurso a los católicos que los socialistas admitimos la democracia cuando nos conviene, pero cuando no nos conviene tomamos por el camino más corto. Pues bien, yo tengo que decir con franqueza que es verdad. Si la legalidad no nos sirve, si impide nuestro avance, daremos de lado la democracia burguesa e iremos a la conquista del Poder“. El 5 de octubre de 1934, como acabamos de ver, cumplió con creces su amenaza, cuatro días después de afirmar en un mitin en Madrid lo siguiente: “Nuestro partido, es ideológicamente, tácticamente, un partido revolucionario… cree que debe desaparecer este régimen“.

Tras esa intentona golpista, Largo Caballero es detenido. El 1 de diciembre de 1935 es puesto en libertad. De cara a las Elecciones Generales de febrero de 1936, el presidente del PSOE continúa con sus soflamas golpistas. El 19 de enero de 1936 afirma en un mitin en Alicante: “si triunfan las derechas nuestra labor habrá de ser doble, colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la guerra civil declarada”. Al día siguiente, en otro mitin socialista en Linares (Jaén), aclara todavía más su posición respecto de la República: “la democracia es incompatible con el socialismo, y como el que tiene el poder no ha de entregarlo voluntariamente, por eso hay que ir a la Revolución“. El 10 de febrero, en el Cine Europa de Madrid, declara sin rodeos: “estamos ya hartos de ensayos de democracia; que se implante en el país nuestra democracia”. En ese mismo mitin Largo Caballero deja claro lo que entiende por “nuestra democracia” con estas palabras: “Tenemos que recorrer un periodo de transición hasta el socialismo integral, y ese período es la dictadura del proletariado, hacia la cual vamos.”

Fuente: Plataforma Popular Por La Eliminación De Las Comunidades Autónomas

viernes, 5 de abril de 2013

Barbra Streisand–“Send in the clows”

“Send in the clows" es una canción de arrepentimiento, de rabia, de separación. Esta interpetación de Barbra Streisand, es sublime. La canción está considerada como una de las grandes canciones de la historia de los musicales de Broadway. Fue compuesta para el musical " A little night music" (1973) por Stephen Sondheim (letrista y compositor para el teatro y el cine, con varios premios en su haber.

Se trata de una balada del Acto II en la que uno de los personajes, Desirée, reflexiona sobre las ironías y las decepciones de la vida. Desirée, una actriz cuyas pasiones eran el teatro y los hombres, había preferido vivir su vida y revolotear de hombre en hombre, entre ellos el abogado Fredick, muy enamorado de ella, con el que se había negado a casarse. Después de varios años se reencuentran y Desirée descubre que está casado con una jovencita. Ella se da cuenta de que le ama de verdad y le propone retomar sus antiguas relaciones, pero él la rechaza, diciéndole que ha sido barrida de la tierra y ama a su esposa. Desirée, sentada en la cama, canta esta canción, en la que proclama su ira y tristeza por lo que ha perdido. La referencia a los "payasos" tiene que ver con las imágenes de teatro en la canción, porque ella es una actriz, pero no se supone que es un "circo'.... Es una broma del teatro que si el programa no va bien, se dice" vamos, que entren los payasos".

miércoles, 6 de marzo de 2013

Los españoles al límite

Los españoles al límite. Por Javier Benegas

“El pasado mes de febrero, el Fiscal General del Estado asistió a una cena-coloquio en la sede de un conocido club madrileño. En su obligada alocución a los allí congregados, el ilustre personaje hizo una encendida defensa de las instituciones del Estado, entre las que estaría en lugar destacado la Monarquía. Y quizá por un exceso de celo o por una lealtad equivocada, terminó haciendo responsable a la sociedad española, en general, y a los medios de comunicación, en particular, del deterioro institucional de España. La razón esgrimida: la crítica desaforada que, en estos días, muchos regalan a las más altas instituciones del Estado.

¡Ay, las instituciones!

Lo primero que hay que entender es que las instituciones son entes abstractos, ideas que dan forma a la organización -y el gobierno- del Estado. Con el fin de garantizar su legitimidad y longevidad, no pueden ser planificadas por un puñado de mentes rectoras o planificadoras, sino que deben ser construidas y reconstruidas a lo largo del tiempo con la participación activa de la sociedad, de tal suerte que éstas siempre respondan a sus expectativas, pues cada generación desarrolla sus propias demandas. Y he aquí el problema, pues si bien los españoles, a la muerte del dictador, demandaban instituciones democráticas, sólo unos pocos personajes fueron quienes a puerta cerrada, como la Curia Romana que elige un nuevo Papa, se encargaron de diseñarlas, sustituyendo el inicial consenso mayoritario por un consenso de grupos –detrás de los cuales había algo más que políticos–, dando así carta de naturaleza a uno de las peores males que nos han acompañado hasta el presente: la falta de transparencia y empatía.

No se produjo un verdadero proceso constituyente, esa imprescindible reflexión colectiva, negociación, acuerdo y posterior catarsis que toda nación necesita, sino un proceso de negociación viciado que, con la excusa de la desestabilización del país y el peligro de la vuelta a la dictadura, alumbró una constitución tan chapucera y ambigua que ni siquiera explicitaba la imprescindible separación de poderes. En consecuencia, las instituciones quedaron a merced de la “buena voluntad” de quienes pasaron a ocuparlas. Y sólo era cuestión de tiempo que el modelo transitara de la ineficiencia a la corrupción y al colapso. Y finalmente, al desafecto.

¿Quiénes desprestigian a las instituciones?

Llegados a este punto, es obligado descender al menudeo y preguntarse, por ejemplo, si fueron los ciudadanos quienes animaron al rey a viajar a Botsuana para cazar elefantes en compañía de su amiga Corinna, mientras España se asomaba al precipicio de la suspensión de pagos. O si la sociedad española instó a Mariano Rajoy a nombrar de facto, en la sede de su partido y con gran alborozo de las huestes populares, al Presidente del Congreso y del Senado, vituperando a esa institución que es el Congreso de los Diputados, sin siquiera guardar las formas. Y ya puestos, si también fue el común quien exigió al Gobierno que siguiera en la estela de la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 y olvidara su promesa de consagrar, de una vez por todas, la independencia del Poder Judicial.

Se podrían hacer infinidad de preguntas para dirimir quién o quiénes son responsables de la mala prensa de nuestras instituciones. Y siempre llegaríamos a la misma conclusión. Su degradación poco tiene que ver con unos ciudadanos que, muy severamente empobrecidos y hartos de tanto desafuero, se desahogan descargando la frustración y la rabia como buenamente pueden. Quienes desprestigian a las instituciones son precisamente aquellos que, primero, las diseñaron, después, las colonizaron y, finalmente, las han corrompido. Ellos son los que las desprestigian todos los días, a discreción, sin encomendarse a Dios o al diablo, y aún menos a los deseos de los ciudadanos.

Las consecuencias

Cumplido el segundo mes de 2013, ya aparecen en el horizonte los negros nubarrones de una coyuntura económica internacional en franco deterioro, cuyo primer aldabonazo ha sido el desplome de las exportaciones en el último trimestre, ese frágil punto de apoyo que Mariano Rajoy, en su versión más candorosa y lela (porque sigue entendiendo la economía como un ente exógeno), pretendía usar como palanca para levantar una economía agonizante y sin pulso, atrapada desde hace años en la maraña de intereses y leyes que han fragmentado el mercado hasta casi extinguirlo. Entretanto las previsiones se desmoronan y las estrecheces aumentan, muchos de nuestros políticos, que se han dedicado a coleccionar secretos como si fueran fichas de un casino, han decidido sentarse a la mesa y hacer sus apuestas. Y del inicial goteo de escándalos hemos pasado a un chaparrón de traiciones que ha llenado todo de mugre. Así, la casta catalana, corrompida hasta la médula, se lía la manta a la cabeza y se dispone a expropiar una parte de España; el gobierno, en estado de shock permanente, a expensas del chantaje de un sargento chusquero amo y señor del cuartel popular hasta ayer mismo; el partido socialista, inmerso en su propia agonía, en manos de cadáveres andantes; la izquierda marxista, surfeando feliz en la creciente ola de descontento; el rey, exiliado en los quirófanos; y el heredero cortejado por quienes ya planifican a la desesperada una prórroga de un régimen que se agota.

Mientras España se descompone y con ella sus instituciones, a pie de calle florecen definiciones escalofriantes, que sirven para clasificar la creciente miseria. Pobreza energética, para quienes ya no pueden pagar ni luz ni calefacción; nuevos pobres o los vergonzantes, para las clases medias que acuden a los comedores sociales; e inmigración cualificada, para referirse a las personas con talento, que escapan a la carrera –afortunados ellos– de esta pesadilla interminable.

Hace ya mucho tiempo que cruzamos una extraña línea. Y desde entonces todo es posible en esta España que desborda el esperpento y se ha convertido a la vista de todos en la patria de los “listos” y listillos; los corruptos y delatores. El país del toma el dinero y corre, en el que sólo los tontos o muy tontos estudian, trabajan y pagan impuestos. Y aún hay quien se sorprende de que muchos arremetan contra las instituciones, cuando ahí precisamente está el origen, el núcleo duro del problema. No verlo es ya imposible. Y no querer cambiarlo, casi un delito. Los españoles están al límite y su paciencia se agota.

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domingo, 3 de marzo de 2013

La Junta de Andalucía incumple ocho sentencias contra la ley del enchufismo

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José Antonio Griñán, Presidente de la Junta de Andalucía


Por Agustín Rivera

“No quiere echar marcha atrás. Empeñada en su postura, la Junta de Andalucía incumple resoluciones judiciales contra la ley del enchufismo, impulsada por el presidente José Antonio Griñán, por la que 25.000 personas se convirtieron en empleados públicos al ingresar en el conglomerado de agencias públicas creadas por la Junta de Andalucía sin haber pasado ninguna prueba. Estos trabajadores vulneran los principios de igualdad, mérito y capacidad exigibles a todo trabajador que accede a la función pública.

Hasta el momento, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) ha dictado hasta ocho sentencias desfavorables a la Junta (como ejemplo, la de la integración de la agencia de Obra Pública) por las que se anula la integración del personal procedente de empresas públicas y fundaciones públicas, ahora integradas en agencias dependientes del organismo autonómico. El Gobierno andaluz ha recurrido en las ocho ocasiones al Tribunal Supremo.

¿Por qué el Ejecutivo socialista no ha ejecutado estas sentencias? Sostiene la Junta que estas fundaciones y empresas de las que procedían los trabajadores han desaparecido por lo que ese personal no podría volver a reintegrarse en los órganos de procedencia, “motivo por el que considera que debe hacerse cargo de ese personal conforme a la sucesión empresarial a la que se refiere el artículo 44 del  Estatuto de los Trabajadores”, según explica el abogado Mariano Aguayo, socio-presidente del despacho de letrados Mariano Aguayo, y que ha presentado los recursos en nombre de la Asociación Al-Andalus y la Asociación Defiendo mi Derecho y la Gestión Pública.

Sin embargo, los decretos y protocolos de integración tienen como efecto “conferir al personal integrado la condición de empleado público, sin haber superado el procedimiento correspondiente, por lo que de mantenerse dicha integración se incurre en una clara y grave contravención con lo resuelto por las numerosas sentencias dictadas por los distintos órganos jurisdiccionales”, explica este letrado a El Confidencial.

Las 25.000 personas integradas en las agencias suponen, según Aguayo, “una carga inasumible para una administración que anda en época de recortes y que no cumple con los objetivos de déficit”. El pasado jueves se conoció que el déficit la Junta de Andalucía se situó en un 2,02% del PIB, frente al objetivo del 1,5% que estableció el Gobierno Central. El PP andaluz prevé un ajuste de 140 millones de euros en las cuentas de la comunidad. El Gobierno de Griñán niega que se vayan a producir recortes.

Enchufados del PSOE y UGT

“La Junta pretende una huida adelante. Si quiere mantener ese personal en las agencias públicas, que convoquen una oposición. El problema lo han creado ellos. No es la solución que entre gente por la puerta de atrás. Los que hay son sobre todo afiliados al PSOE, gente que ha abandonado cargos públicos y de UGT”, denuncia a este diario Joaquín Pérez, presidente de CSIF en Málaga.

Pérez admite que si se despide a ese personal el desempleo subiría en una comunidad autónoma que ya cuenta con el 35% de paro. “Es cierto, pero no decimos que los echen. Si los necesitan, que organicen un proceso selectivo, para ver si lo superan o no”, apunta el representante de CSIF, tras destacar cómo los interinos que aprobaron una parte de la oposición y el personal laboral sí están sufriendo los recortes de plantilla en la Junta.

Sin duda la agencia pública que más está sufriendo  este enchufismo es la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo (Faffe), la fundación fantasma que consiguió en 2011 una subvención de 16 millones de euros cuando este organismo ya estaba extinto (en mayo de ese mismo año). Como ya publicó este diario el 10 de diciembre de 2012, sobre la Faffe siempre ha recaído la sombra del enchufismo (las 20.000 personas que forman la administración paralela de la Junta de Andalucía)  y de haberse convertido en un instrumento al servicio del PSOE de Andalucía. También se les acusa de contar con una amplia capacidad para captar palmeros para los actos organizados por la Consejería de Empleo, ahora integrada en Economía e Innovación.

Joaquín Pérez critica los despidos en esta fundación de los promotores de empleo (personal laboral) y de los interinos, mientras que continúan en sus puestos de trabajo los enchufados. “Hay personas que hacen el trabajo de los funcionarios y que pueden acceder a información sensible de la base de datos con el Hermes, un programa interno de la Delegación de Empleo. Con todos los respetos, es como si un policía local no puede hacer su trabajo y ponen a un jardinero a poner multas”.

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lunes, 25 de febrero de 2013

Bandas de delincuentes

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Tanto el Partido Popular como el PSOE y resto de partidos corruptos deberían haber sido ilegalizados ya. Nuestro ordenamiento jurídico permite a los partidos la libertad de ideas, incluso que lleven en sus programas la secesión de parte del territorio nacional, lo que no permite la ley es que entre sus actividades haya lugar para la delincuencia, el terrorismo y la apología de ambas.

Así como se pide la ilegalización de algún partido abertzale por sus contactos y apología del terrorismo, lo cual me parece muy bien, también se debe pedir la ilegalización de aquellos partidos que entre sus cúpulas dirigentes tienen a toda una banda de delincuentes, desde el tesorero que cobra la mordida a las empresas a cambio de grandes contratos hasta los que reciben los sobres de esa mordida. El PSOE ya recibió una sentencia por financiación ilegal, eufemismo utilizado para evitar decir enriquecimiento personal de sus miembros, pero no fue ilegalizado. Cualquier organización que roba, estafa o simplemente delinque es automáticamente clausurada por la justicia, vean los casos de Afinsa y Forum Filatélico pero esto no ocurre con los partidos, al parecer inmunes ante la ley al igual que sus cúpulas.

La corrupción, como hemos comentado tantas veces, se produce por una llegada masiva de delincuentes a las instituciones con el objetivo de enriquecerse a costa del erario público, esto se torna más trágico y vomitivo cuando en una época de crisis durísima a los ciudadanos se nos están imponiendo todo tipo de sacrificios para que el país pueda salir adelante, incluso salvando al vergonzante sistema financiero de las Cajas de Ahorro, saqueado por completo por los consejeros políticos y sindicalistas, cuando además de salvar a ese sistema podrido y saqueado por estos delincuentes se nos hace pagar con el desahucio nuestra ruina provocada por estos delincuentes y lo que es más triste, se llega al suicidio porque te dejan en la calle sin piedad ni misericordia alguna, niños y ancianos incluidos.

Un régimen así jamás se puede llamar democrático, es una tiranía de las más crueles que haya tenido España, pues su disfraz democrático esconde a una banda organizada de delincuentes que saquean al contribuyente y lo vuelven a condenar por no tener bastante para seguir pagando la gran mordida al Estado corrupto. Es una guerra abierta contra el ciudadano indefenso con un psicópata como Ministro de Hacienda, cuya única obsesión es desplumar a todos los ciudadanos hasta matarlos de hambre.

España no necesita una regeneración, lo que necesita es una ruptura inmediata con éste régimen de corrupción que roba, mata y humilla a sus ciudadanos hasta condenarlos al más puro y absoluto sin sentido produciéndose una inversión moral que lleva a creer a los verdugos que son inocentes y a las victimas creerse culpables.

Comentario de Carlos RH en “Voto en Blanco”

domingo, 24 de febrero de 2013

Pasión Vega–Que desespero

Pasión Vega interpretando "Que desespero" del recordado Carlos Cano. Imágenes de la película "Shall we dance?", interpretada por Jennifer Lopez y Richard Gere.

Ven a mi brazos para abrazarte el alma,
Y reflejar en mis ecos la luz de tus misterios,
Ven a mis heridas que sangran y no se venden.
Vaciando tus ojos de placer loco.
¡Ven, que desespero!

martes, 12 de febrero de 2013

Stewart y Mary J. Blige-"You make me feel brand new”

"You make me feel brand new” es una hermosa canción de amor y agradecimiento de The Stylistics, ahora esta versión, quizás de las mejores, de Rod Stewart y Mary J. Blige. Te quedo por siempre agradecido porque me aceptaste en tu vida.

domingo, 10 de febrero de 2013

Camino al desastre

Un problema real de nuestra economía es nuestra deuda exterior. Esta es muy preocupante, y lo es porque estamos obligados a importar casi todo. Pero, ¿quién tiene la culpa? Pues mira por donde, los mismos que nos exigen hoy sacrificios. Las condiciones que se nos impusieron para nuestra entrada en la Comunidad Europea incluían el desmantelamiento de nuestro sector industrial y de buena parte de nuestra agricultura y ganadería. No podíamos ser competencia de la producción de Alemania y de Francia. Pero al aceptar estas condiciones, nosotros mismos nos pusimos la cuerda al cuello, y nuestra deuda externa solo podía aumentar, aumentar y aumentar.

Solo hay dos posibles salidas ha esta situación: convertirnos en un país con condiciones sociales tercermundistas (los ciudadanos carecerán de recursos para adquirir bienes y por tanto nuestras importaciones bajarán), o romper la actual dinámica y reindustrializar el país, siendo capaces de producir la mayor parte de los productos que necesitemos. Lógicamente, esta última opción solo será viable si salimos de la Unión Europea y le damos la patada al hiperliberalismo económico antisocial. Y no estoy diciendo que esta sea una opción fácil. Lo que digo es que es una opción con futuro, mientras que la sumisión a los actuales planteamientos económicos nos condena, de forma permanente, a la miseria y a la sumisión.

Tal como van las cosas, es previsible que a no mucho tardar empecemos a ver violencia en las calles. Es algo inevitable cuando las desigualdades y las injusticias sociales se generalizan. Cuando ello ocurra, quienes hoy siembran la semilla que la hará fructificar, como hipócritas que son, se rasgarán las vestiduras.

El alzamiento armado es el último recurso a que la minoría sojuzgada recurre para librarse de la opresión de la mayoría. Pero conviene más que la minoría procure, por la vía intelectual, devenir mayoría y entonces efectuar las oportunas reformas. La legislación, además, debe reconocer a todos un cierto ámbito de libertad. No se puede acorralar a quienes piensan distinto que el gobernante, dejándoles sin salida, de suerte que no tengan más alternativa que o servilmente someterse o lanzarse al desmantelamiento del aparato estatal y del Sistema por la violencia.

lunes, 4 de febrero de 2013

¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia?

¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia? Carta abierta a Mariano Rajoy. Por José Antonio Zarzalejos.

Sr. Presidente:
Los españoles debemos remontarnos al año 63 antes de Cristo para encontrar en Cicerón la frase histórica que mejor expresó en el Senado de Roma el hartazgo y la extrema fatiga ante una clase política conjurada en oprimir al pueblo, dirigida por el sagaz y melifluo Catilina. La recordará usted: Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra (¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?) Pues bien, señor Rajoy, ahora son millones los ciudadanos los que se preguntan hasta cuándo podrá soportar nuestro país esta ciénaga de corrupción y mentira que nos está anegando.

En los años noventa, el Estado debió deglutir la llamada guerra sucia contra el terrorismo que llevó a la cárcel a un ministro del Interior (José Barrionuevo) y a un secretario de Estado de Seguridad (Rafael Vera), además de a otros cargos públicos. También quedamos abochornados por la corrupción protagonizada por el que fuera nada menos que gobernador del Banco de España (Mariano Rubio) y por el Director General de la Guardia Civil (Luis Roldán). Tuvimos que encajar el impacto de la financiación ilegal de partidos (caso Filesa y caso Naseiro), descubrimos jueces corruptos (Estevill), pelotazos delictivos (Mario Conde) y hemos asistido ahora al desplome por incompetencia, incuria y rapiña del cincuenta por ciento del sistema financiero español -las Cajas de Ahorro- y, al hilo de este desplome, relatos de despilfarro inmoral e hirientes prácticas de frivolidad en el manejo de los fondos públicos.

Estamos asistiendo perplejos a la instrucción penal de los manejos de Iñaki Urdagarin, yerno del Rey, y su socio a los que el juez imputa seis delitos de naturaleza económica y a los que exige más de ocho millones de euros de fianza. Hechos presuntamente delictivos que no podrían haberse perpetrado sin la colaboración activa de empresarios complacientes y aduladores –a por atún y a ver al Duque- y de presidentes de comunidades autónomas de su partido como Matas en Baleares y Camps y Zaplana en Valencia. En paralelo, señor presidente, existen evidencias de que en el Partido Popular se han producido pagos irregulares que sus compañeros niegan –algunos los admiten pero con protestas de legalidad– pero sobre los que aumentan las evidencias que los acreditan, en tanto los tesoreros del PP se han enriquecido de manera tan sobrevenida como sospechosa. Añadamos a estos casos los otros muchos que menudean en comunidades autónomas como Cataluña, Galicia, Andalucía, sin olvidar la trama Gürtel que impacta también de lleno a su organización en Madrid y Valencia. Todos los corruptos que han sido y son niegan su condición y aseguran su inocencia. Una justicia lenta, premiosa, intolerablemente tardía añade de hecho una larguísima impunidad.

En definitiva, señor Rajoy, España y sus ciudadanos viven en la peor crisis de todas, que no es la política, ni siquiera la económica: viven –vivimos- en una crisis de fiabilidad democrática porque no confiamos en ustedes después de haber intentado hacerlo con tanta reiteración como ingenuidad. Se ha invertido la carga de la prueba: son ustedes, señor presidente, los que deben demostrar que son inocentes porque nadie cree que lo sean después de tanto manosear esa presunción constitucional como cortafuegos a sus responsabilidades. Ignoro, señor presidente, si, como se dice, ‘pasa’ usted o no de los medios de comunicación nacionales y extranjeros, si le importa o no lo que se escribe y se dice en ellos. Pero hoy por hoy abrir un periódico de papel, entrar en uno digital, escuchar la radio, ver la televisión o participar en las redes sociales es exactamente igual a introducirse en una jungla de informaciones todas ellas desalentadoras sobre la falta de probidad de la clase dirigente y la ausencia de solvencia de las instituciones. Provoca náusea.

Muchos pensábamos, señor Rajoy –y algunos seguimos persistiendo en esa creencia-, que una de las virtudes que le adornaban era la honradez. Y que, aunque su palabra está muy devaluada por las traiciones a su programa electoral, nos diría la verdad al menos sobre la certeza de la inmundicia de la corrupción para erradicarla. Estamos al límite, señor Rajoy. No puede seguir callado; no puede remitirse a investigaciones internas que concluirán ad calendas graecas. Tenemos que saber si en el PP se cobraban sobresueldos opacos, quiénes percibían esos pagos, de dónde procedía el dinero y si se cumplían o no las obligaciones con la Hacienda pública. Y necesitamos saber si usted, señor presidente, cobraba o no las cantidades que la presunta pero muy verosímil contabilidad de Luis Bárcenas le atribuye. Y si la amnistía fiscal aprobada por su Gobierno la asume en un acto de humildad y lucidez como un tremendo error de juicio moral.

No puede usted, señor presidente, seguir viviendo en la ficción de que la paciencia de los españoles es inagotable. Que se puede abusar de ella indefinidamente. Que la contención de los ciudadanos es un trasunto de su resignación. Que el orden y el concierto en la calle es una muestra de docilidad gregaria. Que esto es una tormenta en un vaso de agua. Que el tiempo arregla los problemas. No puede, señor Rajoy, usted, un hombre que creemos muchos es íntegro, seguir abusando de la esclavitud intelectual y acaso ética a que nos somete esta crisis económica que sirve para envolver en papel de celofán toda clase de arbitrariedades y amedrentamientos. No se confunda, señor Rajoy. No lo haga, porque habrá, antes o después, un Cicerón colectivo que –desgraciadamente en la calle, porque las instituciones no funcionan- alce la voz y le interpele definitivamente al modo del patricio romano: ¿hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia?

Este post le podrá parecer retórico –en el muy improbable caso de que llegue a leerlo- pero, como aconsejaban los profesores jesuitas de Derecho en la Universidad de Deusto, cuando se han agotado los argumentos técnicos, ante la indignidad y el atropello, hay que acudir al discurso calderoniano de Pedro Crespo, el alcalde de Zalamea, que –como un Cicerón patrio- disertó con aquellas palabras inmortales: “Al Rey, la hacienda y la vida se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma solo es de Dios”. Y, señor presidente, los españoles de a pie que pagan sus impuestos, trabajan o son dignísimos desempleados con y sin subsidio, se están quedando sin hacienda y, muchos, están consumiendo su vida en la incertidumbre. Pero no están dispuestos a que se pisotee el honor que comporta como atributo la ciudadanía democrática. Por eso, señor Rajoy, señor presidente del Gobierno, díganos hoy la verdad sin refugiarse en subterfugios ni en solemnes declaraciones. Convénzanos. Y hágalo antes de que sea demasiado tarde.

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sábado, 2 de febrero de 2013

Mercenarios al servicio público

“Mercenarios al servicio público”, por Joaquín Pérez Muñoz

Qué razón tenía Alfonso Guerra en el año 82 cuando vaticinó que a “España no la va a conocer ni la madre que la parió”. Ahora no la conocen ni la madre ni los hijos. Pero en esa pérdida de identidad han surgido los que, lejos de preocuparles su desconocimiento, se han ocupado cual parásitos de vivir de nuestro país, algunos incluso cuestionándolo: la casta política.

Sin duda la mayoría de nuestros políticos son ‘gente’ honrada, algunos incluso formados en algo, pero preparados cada vez son menos. También hay los que desde su ignorancia o sinvergonzonería hipotecan nuestro futuro y expolian nuestras esperanzas.

La dictadura de los partidos se ha convertido en el tribunal de selección de acceso a la política como si de una oposición se tratara, donde se prima la ‘felación política’ sobre el currículum, donde se da por hecho que los buenos palmeros han de ser buenos gestores de lo público. Nuestro futuro queda muchas veces abandonado en manos de recalcitrantes ignorantes.

El peligro es evidente; de ahí a la corrupción hay solo un paso. Quien no viene a aportar, viene a llevarse. Será por eso que algunos antes de marcharse a ninguna parte -sólo unos pocos pueden irse a Bankia y eléctricas; más cabida hay en Telefónica-Movistar- se atrincheren internamente para sustentar a su sustentador, o se procuren de forma ilícita un futuro sin sobresaltos.

Acudir a la corrupción como algo que ya nos suena habitual y con lo que nos hemos familiarizado, no es sino el declive del sistema. Pero esta corrupción no tiene por qué ser económica. La práctica de colocar a familiares, parientes y cónyuges en puestos creados casi para ellos es otra manera de hacer corruptela de la que pocos se libran. Este sistema, tan pernicioso como el anterior, está mucho más generalizado y goza de demasiada tolerancia, quizá porque ya se han encargado de normalizarlo, aunque no por ello sea menos corrupto.

En ningún caso conviene olvidar que ese exuberante porvenir que muchos se garantizan es a costa de la administración pública, a costa del municipio, la región y el país. Son mercenarios al servicio público, que no trabajan para el ciudadano; trabajan para mantenerse en la política.

El tercer problema que preocupa a los españoles no es la política, necesaria para gobernar y dirigir, sino los políticos que han prostituido el noble arte de la política, de la vocación y del servicio a los ciudadanos. Y con esa casta hay que acabar. Urge hacerlo para evitar que dentro de unos años esté aún mas vigente la frase del visionario Guerra.

Somos los ciudadanos, los preocupados por esta lacra, los que tenemos que implicarnos y concienciarnos del problema, cada uno desde su posición y con su aportación. Los partidos políticos no lo van a hacer por nosotros. Los partidos no están dispuestos a perder el poder que su ‘lameculocracia’ interna le otorga a ‘líderes’ del tres al cuarto, cuya única preocupación es rodearse de los más fieles dóciles mediocres sin criterio a los que recompensar con algún cargo. Convierten así al partido en una pueril agencia de colocación. Y lo prefieren antes que rodearse de los ‘peligrosos’ hombres y mujeres formados, con experiencias previas de gestión y que tienen algo que aportar. En definitiva, estos ‘líderes’ huyen de candidatos con un bagaje personal.

Ha llegado la hora que la sociedad civil, sin importar si de izquierdas o derechas, sin perros ni flautas, tome la palabra. Exijamos listas abiertas donde sepamos y conozcamos con anterioridad a quiénes les vamos a otorgar nuestra confianza. Del mismo modo en que reclamamos conocer y escoger en qué profesional confiamos nuestra salud o nuestro patrimonio, hemos de actuar con la política. Del mismo modo, para decidir en qué manos confiamos nuestro futuro y el de nuestros hijos.

De esta manera acabaremos con los ‘ninis’ de la política, con aquellos que piensan que los problemas de los ciudadanos se arreglan con el 2.0. Así dejaremos de contemplar bochornosas manifestaciones más propias de tele basura que del debate político, ya sea local, autonómico o nacional. El ciudadano sabrá elegir a los mejores, conoceremos a qué se han dedicado antes y qué pueden aportar, no corriendo el riesgo de sentar en Consejos de Ministros a palmeros sin profesión y, por supuesto, ahuyentando en mayor medida el fantasma de la corrupción.

El miedo a las reformas que nos lleven a la verdadera democracia asusta a los políticos débiles y mediocres, a los que saben que el traje les viene grande. Aunque algunos se sientan estrellas de Hollywood, nadie mejor que ellos saben de su imposta a los ciudadanos. Pero ese miedo no invade a aquellos políticos (que los hay en todos los partidos) dignos de representar a sus ciudadanos, honrados y merecedores de la confianza de pueblo, y a los que sin duda votaríamos en unas listas abiertas.

Hay que huir de los conformismos y de la aceptación generalizada de que “esto no hay quien lo cambie”. Es necesario engrandecer la política, pero para ello antes hay que soltar mucho lastre.

Joaquín Pérez Muñoz es abogado, Presidente de CSI-F Málaga, funcionario de la Abogacía del Estado y miembro del Consejo Social de la Universidad de Málaga.

martes, 29 de enero de 2013

¿Rosa Díez es tonta?

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¿ Rosa Díez es tonta?,Lucía Etxebarría

¿ Rosa Díez es tonta? Pues eso se ha debido creer Rajoy.

Rosa Díez, diputada de Unión, Progreso y Democracia (UPyD) se había interesado por cómo se había concretado la promesa de Rajoy de reducir drásticamente el número de asesores.

Las respuestas del Ejecutivo no dejan lugar a dudas. El Ejecutivo debe creer que Rosa Díez es tonta y analfabeta.

Lean estas perlas:

El Ejecutivo responde: Hay 578 asesores de libre designación en Gobierno de Rajoy .

Traducción: Hay 578 asesores elegidos a dedo

Respecto a los criterios utilizados para su selección, el Gobierno detalla que, tanto su nombramiento como su cese “son libres”.

Traducción: Sí, los hemos elegido a dedo

A la pregunta de Díez de si es cierto, como se ha publicado, que 68 asesores del Presidente del Gobierno no poseen graduado escolar, el Ejecutivo responde “que para el nombramiento de este tipo de personal no se exige el requisito de estar en posesión de titulación alguna”, si bien agrega que ahora la mayoría de ellos son funcionarios de carrera.

Traducción: Sí, no tienen graduado escolar.

Rosa Diez quería saber qué necesidades justificaron la publicación de 129 plazas de libre designación repartidas por casi todos los ministerios. Y es que, según la líder de UPyD, “Mientras que las convocatorias de plazas para funcionarios se han paralizado, las convocatorias de personal de libre designación siguen estando a la orden del día, siendo muchas de las veces miembros de los partidos en el poder quienes ocupan las plazas provisionadas”

Respuesta del Gobierno : La elección de los elegidos para puestos de libre designación no es arbitraria, puesto que deben cumplirse varios requisitos, incluida la idoneidad de los candidatos.

Traducción: Dado que el concepto “idoneidad” es más borroso que una noche de niebla en Londres, pues sí, lo que debe usted entender es que los elegimos a dedo.

Resumiendo.
Rajoy tiene 578 asesores nombrados a dedo.
68 de ellos no tienen el Graduado Escolar
Todos cobran del erario público.

Creemos que Rosa Díez también lo ha pillado.

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jueves, 24 de enero de 2013

Responda, Sr. Rajoy

Sr. Rajoy, Presidente del Gobierno de la todavía nación española:

1.- ¿Está usted enterado de que la CAM "quebró" y desaparecieron en torno a 6.000.000.0000 (seis mil millones) de euros? ¿No hay responsables? Usted, Sr. Rajoy, sabe que sí.

2.- ¿Está usted enterado de que el Banco de Valencia "quebró" y se evaporaron en torno a 3.000.000.000 (tres mil millones) de euros?. ¿No hay responsables? Usted, Sr .Rajoy, sabe que sí.

3.- ¿Está usted enterado de que el "agujero" de BANCAJA lo tapó el SR. RATO en Caja Madrid? Usted, Sr. Rajoy, sabe que hay responsables.

4.-¿Está usted enterado de que hay una trama GÜRTEL que ha "distraído" millones de euros en financiación de eventos, y hasta sacó "partido" de la visita del PAPA a Valencia?. ¿Sabe que hay responsables? Usted, Sr. Rajoy, sabe que sí. Por si lo duda, lo de los trajes son migajas, pero ¡QUÉ POCA ÉTICA!.

5.-¿Está usted enterado de que en Valencia hay una empresa que depende del Ayuntamiento y de la Diputación, llamada EMARSA, que ha "evaporado" más de 17.000.000 millones de euros del dinero público? ¿No hay responsables? Usted, Sr. Rajoy, sabe que sí.

6.- ¿Está usted enterado de que en Castellón "sólo" le toca la lotería al Sr. Fabra? Su colega es hábil para blanquear dinero. ¿No tiene responsabilidad? Usted, Sr. Rajoy, sabe que sí.

7.- ¿Está usted enterado de que en Alicante hay una trama BRUGAL que se "trajina" dineros públicos? Esos dineros salen de las contratas de basuras y del Plan General de Ordenación Urbana de Alicante. ¿No existen responsables? Usted, Sr. Rajoy, sabe que sí.. Y le damos una pista por si nos responde "depende... depende" Mire usted al "burladero" de las cortes valencianas y los encontrará parapetados-aforados: Alperi-Castedo-Hernández-Mateo... los otros se nos olvidan, pero consulte usted a los tribunales y las listas de diputados electos de su partido, y... ¡qué coincidencia!, ¿no?

En fin, Sr. Rajoy, no queremos aburrirle con "menudencias" pero sí exigirle que, como buen Registrador de la Propiedad, se ponga manos a la obra y nos devuelva todo lo que se apropiaron indebidamente, hasta el último céntimo.

Nos han exigido sacrificios a los dependientes, a los trabajadores, a los pensionistas, a los alumnos de primaria y secundaria, a los universitarios, a los investigadores, a los funcionarios, a las farmacias, a las librerías, a los proveedores autónomos de las Comunidades Autónomas, etc. etc.; a las ONGs, nos han subido los impuestos, el transporte, los combustibles...

Sr. Rajoy, póngase a trabajar y que nos DEVUELVAN hasta el último céntimo de todo lo que nos han ROBADO.

No queremos volver a ver a Trillo "bruñendo" la presunción de inocencia. Que trabaje Gallardón en Justicia. Estamos alarmados con Urdangarín y se le calculan 5.000.000 de euros. Los miles de millones que se han "trajinado" sus amigos en las comunidades Autónomas le ayudarán a tapar el agujero del déficit del estado. ¿O sólo se atreve usted con los trabajadores?

Se nos olvidaba: dígale a SORAYA que en la próxima rueda de prensa del Consejo de Ministros trate el tema y nos tranquilice. Y, Sr. Rajoy, responda a los españoles y que no siga siendo su callada como respuesta.

martes, 22 de enero de 2013

Imbéciles

“Imbéciles”, por Pedro Simón

“España tiene una madre en tratamiento oncológico y con tres hijas que se levantan todos los días a las cinco de la madrugada para traer 600 euros a casa; pero también a una clase política que come de gorra, hace de vientre en orinal de oro y nos arroja los detritos por la ventana.

A la primera no la conoce nadie, ya ven, y a los segundos los conocemos todos.

España tiene un científico que publica en el 'Science' ganando menos que el chófer de Bárcenas; pero también a una clase dirigente que ha devenido en jubilosa plaga de termitas: unos se comen el dinero de los parados en Unió y armonía y otros se llevan 22 millones para agasajar a los suyos a mesa puesta; unos se ponen ciegos de cocaína con la pasta de los ERE y otros muerden del dinero de Urbanismo; unos untan a familiares a través de fundaciones y otros colocan al yerno a cuerpo de rey.

Cuando usted acuchillaba el cerdito del hijo para llegar a fin de mes, ellos corrían a Suiza con el pata negra entero.

Los recordarán porque han sido/son terriblemente pesados. Porque uno enciende el televisor o abre el periódico y allí están ellos contritos con sus pensiones vitalicias y sus Audis oficiales de alta gama.

Son los mismos que nos dicen que tenemos que "apretarnos al cinturón". Los que "apelan" a la "madurez de la sociedad española". Los que llaman al "esfuerzo conjunto". Los que exigen "austeridad". Los que hablan del "control del gasto". Los que concluyen que tenemos que "ser más competitivos". Los que nos informan en exclusiva mundial de que "se acabaron las vacas gordas". Al menos las nuestras.

No hay fuego a lo bonzo en este país, que cabalga desbocado hacia la berlusconización, pero todo este discurso ya es ceniza.

Lo resumía un paisano que protestaba a la entrada de uno de los centros de urgencias rurales 'cospedalizados' durante esta semana. Como un replicante de 'Blade Runner' que explicara el final de todo mientras agoniza: "No somos extrema izquierda; somos extrema necesidad".

Bécquer nos lo anticipó a su manera, en unos versos encriptados que hoy reescribimos para esclarecer lo que está pasando : "Volverán las oscuras 'elecciones' / en tu balcón sus 'siglas' a colgar, / y, otra vez, con el ala a sus cristales / [los partidos] jugando llamarán".

Tiempo al tiempo. Sacarán sus eslóganes y se los compraremos. Menearán la banderita del partido y les aplaudiremos la gracia. Tocarán la campana de las urnas como en un comedor escolar y acudiremos borreguilmente al redil. Cada cuatro años salen los títeres y allí estaremos sentados de nuevo, delante de la función, embobados, con el dedo en la nariz, la gorra de medio lado y una piruleta en la boca.

No es que a los políticos les parezcamos imbéciles, no. Es que, a estas alturas, ya deben haber constatado que lo somos.

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lunes, 21 de enero de 2013

El nuevo orden mundial

“El problema por el cual no solucionamos todo lo malo que está pasando actualmente es que no vemos cuál es el problema. Existe un plan de la élite en el poder llamado NUEVO ORDEN MUNDIAL para someter a toda la población a una esclavitud total. Estamos todos siendo programados mediante la televisión y las universidades. Las elecciones no son más que un mecanismo psicológico para que el ciudadano piense que tiene libertad. Los actuales gobiernos están ahí para que no se resuelvan los problemas. Todos los grandes partidos están dentro del programa del NUEVO ORDEN MUNDIAL. Deberíamos tomar como ejemplo la revolución de Islandia”.

José Ortega, abogado y periodista

El juguete nuevo de la derecha

“El juguete nuevo de la derecha”, por José Manuel Sánchez del Águila Ballabriga

“Era cuando en las facultades de Derecho de España a la actual Teoría General del Derecho (esa disciplina de título tan tronitronante) se le llamaba Derecho Natural. Y los estudiantes más conspicuos, quizá los más avezados, ésos que esperaban entrar en la política y a lo mejor en el poder, se quedaron con eso que aquel jurista alemán, ese tal Carl Schmitt, llamó con gran acierto la "legislación motorizada".

Y parece que eso les gustó, y con eso y poco más se quedaron: la producción normativa industrial, asfixiante, a golpe de leyes y decretos atropellados, lejos del sosiego jurídico de antaño, cuando Savigny concebía el Derecho como expresión del espíritu de los pueblos y cualquier metamorfosis jurídica requería mucha reflexión. Ahora ya entrados en un nuevo siglo, el positivismo precipitado se ha vuelto más feroz si cabe, las normas se recambian a cada momento como neumáticos al gusto de cada partido o de cada idea instalada en el gobierno. Y llegó la derecha tras años de desencanto de gobiernos torpes y descerebrados, cuando las urnas –ese montón de votos que pesan más que los otros- les entregó con una sonrisa meliflua aunque cínica una victoria que al final ha resultado sin alas, todo un desastre, como hemos podido comprobar después.

Llegaron al gobierno, al poder, a los ministerios, pusieron a tope el motor legislativo y comenzaron a hundir la patita en el acelerador; y hundir así aún más a España en la miseria con la que otros gobernantes tan ineptos como éstos le habían inoculado en los últimos años. Con esas leyes y decretos hicieron regresar a este país a la situación más reaccionaria que cabía imaginar, y así posibilitaron que la pobreza y el infortunio llegase a límites insospechados. Un gobierno que ha venido y viene usando a discreción ese juguete tan nuevo y peligroso para suprimir sin empacho beneficios sociales que parecían irreversibles desde el mismo franquismo. Con ese caprichoso juguete legislativo en las manos llegan a decretar sin pudor un despido más o menos libre y, mientras, las cifras del paro escalando puestos de una manera vertiginosa, y sigue la desventura; fustigan a la clase media –precisamente su ingenua cantera de votos-, a la que imponen graves cargas tributarias –nuevo aumento del IVA y de retenciones- y a la que impiden acceder a los tribunales y a la justicia mediante la exigencia de unas tasas verdaderamente brutales pero fáciles de satisfacer por los poderosos. Atacan colectivos profesionales promoviendo incluso su misma desaparición en la práctica. Y mientras todo esto acontece, el español medio, que sufre toda esta miseria y que padece auténtico miedo ante el futuro, contempla como el legislador escandalosamente injusto financia a la banca sin exigir a cambio una retribución con fines sociales; y no solamente eso: la derecha en el poder ampara a las potentes empresas, a las grandes fortunas, los capitales fabulosos a los que no les exige un mayor, especial esfuerzo tributario o de creación de empleo. Todos éstos continúan en su limbo de bienestar y riqueza sin contribuir con sacrificio alguno a superar este tiempo de penuria generalizada. Por el contrario se les facilita el fraude, o al menos la evasión fiscal con apariencia de legalidad; me refiero a las célebres SICAV.

Mientras, las clases más desfavorecidas malviven con unas insuficientes, ridículas ayudas económicas de pocos cientos de euros una vez agotadas las prestaciones por desempleo. Las organizaciones no gubernamentales no han dado abasto este invierno para nutrir con alimentos a miles y miles de indigentes que hace pocos años gozaban de un empleo digno. Otros se refugian en las familias y comparten las humildes pensiones de jubilación de los abuelos. La masiva indignación social y aquellos lamentables suicidios llevaron a tomar medidas ante los millares de desahucios que se venían produciendo por el impago de unos préstamos hipotecarios que la banca fue concediendo irreflexivamente en tiempos en los que, aunque aún fueran de bonanza, ya se adivinaba el caos que había de suceder. Pues en esta España vivimos, en este panorama desolador, mientras los políticos, la derecha, vive atrincherada en el Parlamento.

Y mientras todo esto acontece, cada día aparece un escándalo nuevo a babor y a  estribor. Los partidos políticos y los sindicatos están descalificados moralmente ante la gravedad de la corrupción generalizada, ese fango hediondo en el que llevan nadando años y años. La corrupción, la malversación, el saqueo, como telón de fondo de la vida diaria española. Es tal ya su magnitud que corremos el peligro de acostumbrarnos a ella, como si entre las funciones habituales de los políticos se encontrase la de meter mano en la caja

¿Y qué hacemos ante este desolador, indecoroso escenario de pobreza y corrupción? Desde luego que no se nos podría ocurrir sumarnos a las movilizaciones de perroflautas, ociosos y afines instigados por comunistas al mejor modo soviético; los mismos que disfrazados de izquierda plural lanzan la turbamulta a las puertas de las sedes de determinados partidos –con graves y racionales indicios de corrupción, eso es cierto- pero que del mismo modo, se abstiene de promover concentraciones idénticas ante las sedes de una izquierda que ha protagonizado (los socialistas), o en todo caso, amparado con su apoyo en pactos de gobierno (los comunistas), uno de los mayores escándalos de corrupción producido en los últimos años: Andalucía y sus corrompidos ERES.

Ése no puede ser el camino, obviamente, entre otras cosas porque sería ir de la mano o a rastras de otro club de políticos (por mucho que se camuflen) que, cuando ha tenido gobierno y poder no ha dudado en ejecutar sucios actos de corrupción y saqueo de dinero público. Tampoco vamos a promover la deserción para el que puede escapar –escapad, gente tierna- aunque esta tierra esté enferma, parafraseando a Juan Manuel Serrat. Porque tiene que haber una solución, tenemos que buscarla, hacer lo que sea para salir de este despropósito al que nos está llevando la derecha con sus leyes brutales. Tenemos que cansarlos con nuestras palabras, con nuestras denuncias, inundar las redes sociales de nuestras más que fundadas quejas y de nuestro asco, levantarles las caretas, quedarnos con sus caras, no dejar de denunciar toda esta barbaridad, este atropello social que venimos soportando inermes. Porque estamos hartos de esos chicos que disparan miseria con sus juguetes; porque, como dijo aquél, … fuera hierve una España que ha despreciado el juguete.”

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domingo, 20 de enero de 2013

Y luego quieren que se les vote

“Y luego quieren que se les vote”. Por Juande Mellado

“Ahora ya está más claro. Lo que urge a este país no es decidir entre políticas de austeridad o de estímulo, entre recortes o inversiones, que también. Lo que los ciudadanos demandan con celeridad, además de empleo, es que se inicie una profunda regeneración ética y del sistema político en el que ya pocos confían, por desgracia. Hace una semana, El País abría a cinco columnas con un titular poco reconfortante, de los que no gusta leer: «El 95% de los ciudadanos asegura que los partidos protegen y amparan a los acusados de corrupción». Un dato alarmante pese a que en todos los indicadores internacionales España figura con un nivel bajo de corrupción. Pero eso no es lo que piensa la ciudadanía, escandalizada con el carrusel de titulares que publicamos y denunciamos los medios de comunicación y que afecta a casi todos los partidos por igual.

Los ciudadanos, cansados de tantos recortes, de penurias, de hachazos y de que se les meta una y otra vez la mano el bolsillo para arreglar las maltrechas cuentas de un país en ruina, han levantado, por fin, la voz para exigir una regeneración en profundidad del sistema político. Han despertado del letargo a causa de la acumulación de escándalos y hartos de soportar sobre sus hombros los errores de los que nos gobiernan. No confían en la actual clase política e incluso la ven como un problema antes que una solución, lo que no deja de ser muy grave para un sistema democrático que pivota, precisamente, en un sistema de partidos que gobiernan en función de los votos de sus ciudadanos.

Durante años, la sociedad ha sido incluso permisiva con la corrupción. Sí, muy comprensiva y tolerante. Hay cientos de ejemplos de alcaldes procesados o presidentes de comunidades imputados que incluso revalidaron sus cargos con más apoyo en las urnas pese a la ciénaga corrupta por la que deambulaban ellos o alguno con los que compartían lista. Ya se sabe que la corrupción, el cohecho y los sobornos hacen amigos. La premisa de los ciudadanos es que como todos son igual y éste al menos me arregla la calle y me da trabajo, daba igual si estaba procesado, imputado..., o tenía una cuenta en Suiza. ¿Y quién no la tiene?, pensaban. Fue Jesús Gil el exponente máximo del expolio del dinero público y rápidamente prendió la mecha por media España sin que los partidos actuaran para expulsar de sus filas y responder con contundencia y transparencia a las continuas denuncias y casos de corrupción. Era mejor ocultarlo o salir con el mensaje de que «yo no sabía nada». De ahí que el 95% de los ciudadanos crea que los partidos tapan a los acusados de corrupción. Los partidos los arropan por la noche no vayan a ser que tiren de la manta o disparen por elevación.

Los ERE de Andalucía; las millonadas de la familia Pujol en mochilas camino de Suiza; la financiación irregular que persigue a Duran i Lleida; Camps y sus trajes italianos; Gürtel y los sobornos; Fabra y sus aeropuertos; la posible prevaricación del presidente de la Diputación de Ourense y presidente de honor del PP, José Luis Baltar; el caso Campeón que ocurrió en Galicia y que su principal implicado es el exministro socialista José Blanco; el caso Nóos, probablemente el más mediático de todos ya que ha salpicado al duque de Palma, Iñaki Urdangarin; el caso Palau; el caso Palma Arena; Malaya y el ladrillo de la Costa del Sol; el caso Eivissa; el caso Mercasevilla; el caso Brugal..., y cientos y ciento de casos que se multiplican con otros cientos y cientos de políticos imputados por corrupción en España.

Pero Bárcenas se ha superado. El extesorero del PP ocultaba 22 millones de euros en Suiza y, según denunció El Mundo, pagó sobresueldos en negro durante años a cargos del PP. Luego está todo el rollo de la amnistía fiscal del locuaz Montoro y los diez millones de euros; lo feo que queda que este tipo con traje ya casi a rayas tuviera aún coche oficial, despacho, teléfono y secretaria en la sede del PP... Chusco, muy chusco el asunto que reabre con crudeza el debate sobre la poca transparencia de los partidos políticos, sobre sus fórmulas para financiarse y todo ese mundo de sobres, comisiones, prebendas, regalitos, viajes, palmaditas en la espalda y demás memeces.

A fuerza de tolerar comportamientos dudosos o delictivos, de no hacer nada para ser transparentes en las contrataciones, en las recalificaciones de terrenos, en la financiación de los partidos, en definitiva, en acabar con la opacidad que rodea a los partidos y a las instituciones, la clase política se ha situado ella sola en el ojo del huracán provocado por la indignación social. Y esta factura puede ser muy grave y daña, además, a esos cientos de miles de políticos que cada día se levantan convencidos de que su trabajo es un servicio público y no una forma de servirse del dinero público. Hay miles de políticos honestos, trabajadores, mal pagados, pero a las direcciones de los partidos les preocupa más cómo tapar y ocultar a los suyos para evitar un desgaste electoral.

Si España estaba ya bajo sospecha internacional por la fiesta del despilfarro de los últimos años, los últimos casos de corrupción vendrán a reforzar la «marca España». El periódico The New York Times publicará en breve un reportaje sobre la corrupción en España. Fumando espero. Y luego quieren que se les vote.”

Juande Mellado es director de La Opinión de Málaga

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