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jueves, 14 de enero de 2010

Los médicos de familia no se sienten valorados

En medicina dos más dos no siempre suman cuatro. Hay matices y enfoques variados que dificultan el ejercicio profesional. La mayoría de los médicos de familia de Málaga no están satisfechos con su labor y consideran que no se les valora. Consideran que se merecen un mayor reconocimiento social y, sobre todo, que la Consejería de Salud y el SAS les escuchen y tengan en cuenta sus opiniones. Tras seis años de carrera, superar el examen MIR, hacer la especialidad de medicina de familia (ahora son cuatro años y antes, tres) y la experiencia obtenida en un centro de salud, los facultativos sostienen que están lo suficientemente bien formados para que Salud les dé más autonomía y les dote de más medios.

La necesidad de acometer una segunda reforma de la atención primaria para mejorar tanto las condiciones de trabajo de los profesionales como la calidad asistencial que se da a los pacientes se defiende en el libro 'Dignificación profesional en atención primaria', escrito por cinco médicos de familia (Santos Agrela Torres, Javier Medal Martínez, Antonio Ramírez Ceballos, Manuel Ruiz Blanco y Enrique Javier Vargas López) y en el que han colaborado más de setenta. En las ochenta páginas de esta obra, publicada por iniciativa del Colegio de Médicos de Málaga, se hace una radiografía completa de la situación actual de los facultativos malagueños de los centros de salud.

Experiencia pionera

El presidente del Colegio de Médicos, Juan José Sánchez Luque, dijo ayer, en la presentación del libro, que la obra es una experiencia pionera en España -elaborada de forma independiente- que ha supuesto un año de trabajo. Añadió que hay que llevar a cabo otra reforma de la atención primaria, ya que la puesta en práctica en los años ochenta del siglo pasado -«que fue magnífica»- se ha quedado pequeña con el paso del tiempo.

El coordinador del libro, Santos Agrela, aseguró que existe un desencuentro entre los médicos, la sociedad y la Administración. «El médico no está satisfecho con lo que hace. Hay que sentar a las tres partes implicadas para acabar con ese desencuentro». Agrela significó que los profesionales no se sienten escuchados por Salud ni por el SAS. Paradójicamente, la Administración hace encuestas de satisfacción anualmente entre los usuarios y, en cambio, no las lleva a cabo entre los médicos, a los que no les consulta ni les toma opinión sobre la forma en que hacen su trabajo.

Síndrome del quemado

«Es posible que vivamos nuestra situación peor de lo que realmente es, pero lo cierto es que nos autoexigimos mucho en nuestra labor con la finalidad de que sea la mejor posible. Eso hace que muchos médicos tenga el síndrome del quemado», indicó Enrique Vargas, otro de los autores del libro.

Por su parte, Manuel Ruiz Blanco subrayó que la masificación real que sufren los cupos de muchos médicos de familia les originan diversos problemas diarios. Asimismo, criticó que los facultativos deban emplear parte de su tiempo en tareas burocráticas, en vez de dedicarse a aumentar su formación, investigar o preocuparse exclusivamente de cuestiones clínicas.

El libro recoge que ha habido un cambio de la visión que los ciudadanos tienen de los facultativos. «Ahora curamos más y mejor que hace cincuenta años, pero los pacientes nos admiran menos que antes», se indica. También se analiza la relación entre los médicos de atención primaria y los de hospitales. Así, se señala que en ocasiones «ambos colectivos se dan la espalda y se desconocen entre ellos», hecho muy negativo.

Angel Escalera en SUR

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