'Soy

martes, 17 de noviembre de 2009

Ventajistas de la desgracia

esoterismo

Santeros, echadores de cartas, curanderos y videntes se mueven entre la tomadura de pelo y el fraude. La Policía alerta de sus métodos para hacerse con lo ajeno.

Curan enfermedades crónicas, acaban con la impotencia sexual, resuelven penas de amor, solucionan problemas laborales, ayudan a dejar el tabaco o el alcohol, arreglan pleitos judiciales y hasta atraen clientela. Todas esas capacidades dicen tener los videntes que impunemente reparten octavillas para que pique algún incauto. Hay algunos que hasta se anuncian en los periódicos. "Tú ven y yo soluciono problema por difícil que sea", chapurrea al teléfono un hombre con acento subsahariano. La tarifa por cada visita son 30 euros. Y los hay que tienen mucha demanda. Actuar contra estos vividores de la desgracia ajena no es fácil. "Si alguien está contento de pagar 30 euros por que le echen las cartas, judicialmente no existe el engaño", precisa el jefe de Fraudes y Delitos Tecnológicos de la Comisaría Provincial, Juan Titos.

El problema es que para considerarse estafa la ley no sólo exige que haya engaño, sino que sea "suficiente". Es decir, que éste sea claro y tenga ánimo de lucro. Si la cantidad defraudada es inferior a 400 euros se queda en una falta. Si la supera, entonces es tipificada como delito. Después de muchos años deteniendo a timadores y curanderos de diversa calaña, Titos reconoce que luchar contra estos personajes es difícil. Como ejemplo, recuerda dos casos flagrantes que acabaron en absolución. Uno, el de un famoso curandero que aprovechaba su pasado de carnicero para simular que extirpaba tumores. En realidad, lo que quitaba eran abultadas cantidades de dinero a personas desesperadas. Dicen que entre sus clientes había desde personas humildes hasta catedráticos y empresarios millonarios. En la actualidad, sigue ejerciendo.

Otro timador absuelto fue un alemán que se afincó en Torremolinos y puso un apartado de correos para que los que quisieran formar parte de un club internacional enviaran 20 euros. Cuando la Policía Nacional intervino, se había hecho con cerca de 30.000 euros ajenos. La Justicia lo absolvió al entender que no existió "engaño suficiente", como exige el Código Penal. Estos individuos se mueven en la fina línea que separa la mera tomadura de pelo de la estafa. La mayoría no acude a la Policía por miedo al ridículo o porque llegan a creerse al embaucador. "Generalmente no denuncia la víctima, sino sus familiares. Hasta hay personas afectadas que creen que la actuación policial estropea el que le arreglen su problema", describe el responsable de Fraudes.

Últimamente proliferan subsaharianos y latinoamericanos que a cambio de unos 50 euros prometen solucionar problemas de lo más variopintos. Sin embargo, los agentes no creen que haya un aumento del intrusismo o de este tipo de estafas. Y mientras unos dicen que son capaces de desbaratar todo tipo de entuertos, otros amenazan con crearlos, como el brujo que afirma que lo contrataron para que el jugador del Real Madrid Cristiano Ronaldo sufriera una grave lesión. Están también los que pululan por las televisiones locales, desde donde captan crédulos para sus consultas.

En tantos años de trabajo, Titos ha visto de todo. Hasta un famoso vidente que un día se presentó en su despacho para denunciar la competencia desleal que le hacía otro de su misma ralea que se había instalado en su edificio y le birlaba los clientes. Pocos casos se denuncian y de los que llegan a los tribunales, pocos se condenan porque la víctima debe probar que ha habido un "engaño suficiente". El resultado es que se castiga una ínfima parte de los casos. Aun así, la Policía trata de mantener a raya a estos individuos, que se mueven entre la superchería y el delito.

Como aviso a crédulos, Titos relata el modus operandi de algunos santeros: alquilan un piso, captan a personas desesperadas y los convencen de que sus males se deben a la riqueza que tienen en su casa. Para ponerle remedio, les indican que deben limpiar las joyas poniéndolas bajo la advocación de un santo que tienen en su consulta. Si el sujeto pica, le limpian las alhajas. El damnificado se queda con los mismos males, pero algo más ligero de patrimonio. Generalmente, estos delincuentes concentran las citas en pocos días para dar el golpe y quitarse de en medio en poco tiempo. Casi todas las personas pasan alguna vez por rachas difíciles. Los motivos pueden ser amorosos, laborales, de salud o económicos. "Y estos sinvergüenzas sacan partido de esas situaciones", lamenta Titos. Dicho de otro modo, son ventajistas de la desgracia ajena.

Leonor García en el diario Málaga Hoy

No hay comentarios: