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domingo, 15 de noviembre de 2009

El gen del lenguaje

NeandertalLos neandertales, también poseían la versión humana moderna del gen FOXP2.

Según han descubierto investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), la versión humana del gen FOXP2 modifica la actividad de otros 116 genes en el cerebro, de modo que cambia la arquitectura del cerebro y aparece el don del lenguaje.

Cambios en dos aminoácidos de una proteína implicada en el lenguaje humano pueden ser la clave del mecanismo biológico que ayuda al hombre -a diferencia de los primates- a hablar, señala la prestigiosa revista científica Nature. Esta investigación, a cargo de Dan Geschwind y sus colegas de la Universidad de California (EEUU), ayuda a entender cómo pequeños cambios en una proteína asociada al lenguaje pueden tener una influencia en el desarrollo del habla entre los seres humanos.

La versión de ese gen entre los chimpancés no contiene dos cambios particulares de los aminoácidos hallados en la variante humana, según Geschwind, profesor invitado del King's College de Londres. El análisis de Geschwind muestra que las diferencias de los aminoácidos entre las variantes de los humanos y de los primates alteran la función de la proteína del FOXP2.

Los científicos creen que estos cambios llevan a que la proteína del FOXP2 de los humanos active una red distinta de genes. Estos cambios, argumentan estos expertos, pueden llevar al desarrollo de un circuito único del lenguaje en los humanos, en comparación con los chimpancés, y puede ser el secreto de nuestra capacidad para hablar.

Este mismo gen actúa también en otros órganos, especialmente en actividades de coordinación motora, de modo que el aparato de fonación puede ejecutar la compleja secuencia de movimientos que permite el habla. FOXP2 emerge así como el interruptor maestro del lenguaje, ya que de él depende que se produzcan la multitud de modificaciones necesarias en el cuerpo humano para poder hablar.

Referencia en Nature

“El lenguaje se ha considerado desde antiguo una característica esencial para definir nuestra humanidad. No es de extrañar que, cuando le mostraron un chimpancé a Voltaire, este exclamara: "¡Habla, y te bautizo!".

El lenguaje, que percibimos como una cualidad superior, excelsa, conectada con la divinidad (como se muestra en el inicio del Evangelio de San Juan), ha sido propuesto como un rasgo único de nuestra especie, algo que nos distinguiría del mundo natural, incluso de otras especies de humanos.

Aun así, los que defienden esta idea no dirían que una persona con déficit en el lenguaje, o muda, no es humana. Pero era una propuesta atractiva, porque el lenguaje actúa como una adaptación externa al organismo que, por tanto, puede transformarse a más velocidad que la evolución biológica. Este rasgo podría contribuir a explicar por qué nuestra especie reemplazó aparentemente a los humanos arcaicos en su expansión fuera de África, hace menos de 100.000 años.

Pero el reciente descubrimiento de que nuestros primos, los neandertales, también poseían la versión humana moderna del gen FOXP2, ha venido a derribar esta posible definición de la unicidad humana. El gen ya ha sido recuperado en dos individuos del yacimiento de El Sidrón, en Asturias, y también en un individuo del yacimiento croata de Vindija. En realidad, se trataba de una concepción apriorística sobre lo que nosotros desearíamos que nos definiera como especie.

El proyecto genoma neandertal, cuyo resultado se publicará el próximo año, nos desvelará qué cambios en qué genes concretos son exclusivos de nuestra especie, y nos proporcionará por fin una definición empírica y objetiva de Homo sapiens. Pero ni el FOXP2 ni, con toda probabilidad, los genes sobre los que influye, estarán en dicho listado. El verbo se hallaba ya en el linaje humano antes de que llegáramos nosotros.

CARLES LALUEZA-FOX Institut de Biologia Evolutiva (CSIC-UPF)

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