La noche está llena de mujeres y hombre arrodillados, pedigüeños de cariño, de fatuo y vacío placer, suplicando por una migaja de ternura, por una sonrisa mentirosa, por un engañoso halago ansiado. La noche esta llena de perdedores, buenos y malos, de lágrimas contenidas en ojos cansados, de corazones heridos, rotos, sangrantes y de muchas almas en pena. También de egoísmo, insatisfacción, banalidad y vulgaridad. De hola y hasta nunca. Pero también hay gente buena atiborrada de dolor acumulado, de muchas cicatrices de heridas recibidas en la vida. Hoy regreso de nuevo hundido hasta el fondo en ese mar espeso del que he salido nuevamente vencido, hediendo de cariño prestado y de tanto daño acumulado. Hoy he vuelto a traicionarme por no atreverme a llamar a la que llevo guardada en una caja fuerte en mi costado, para simplemente decirle, hola, amiga mía, hola de nuevo, sólo te he llamado para decirte que pienso en ti, que es hermoso necesitarte y amarte tanto, aunque me consuma por ello. Pero no he podido hacerlo porque era muy tarde y ella está tranquila en su casa, y no debe soportar tanto hedor y tanta ruina. Porque ya con ella se me fue la esperanza. Como dice la canción de Aute, hoy he sufrido mi enésima derrota y sentido que hay veces que resulta absurdo estar vivo. La suerte está echada, la elección está hecha, la vida me ha convertido en marino de una nave en zozobra por el océano de los perdidos, por el mar de la desesperanza.
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