'Soy

domingo, 28 de febrero de 2010

De película. “La Misión”

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La misión de Roland Joffé se ha convertido en un auténtico clásico moderno. Producción del británico David Puttnam, de cuya mano han salido títulos como Los duelistas, El expreso de medianoche, Carros de fuego y Los gritos del silencio (esta última dirigida en 1984 también por Joffé), narra con aplomo una de las gestas españolas en el nuevo mundo: la evangelización de los indios guaraníes, llevada a cabo por los jesuitas en las conocidas reducciones. Estas instituciones donde el evangelio se diría hecho realidad, junto al hermosísimo paisaje (increíbles las cataratas de Iguazú, fotografiadas con pericia por el oscarizado Chris Menges), parecen restituirnos al paraíso perdido. Pero cuestiones políticas de diversa índole podrían dar al traste con todo.

La historia, escrita por Robert Bolt (Lawrence de Arabia, Doctor Zhivago, Un hombre para la eternidad), transcurre en el siglo XVIII, cuando España y Portugal han llegado a un acuerdo político, plasmado en el Tratado de Madrid, para gestionar sus colonias americanas. Una consecuencia "colateral" de tal tratado es que los jesuitas, que tienen una misión en tierras de los guaraníes, en Brasil, deberían abandonar el lugar. Pero el padre Gabriel (Jeremy Irons), que esta al frente de la misión, se resiste a dejar a esas almas que tiene encomendadas. Contará con la ayuda de los otros padres, entre los que destaca Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), un antiguo traficante de esclavos, que está tratando de redimirse de su pasado disoluto.

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La BSO consta de cuatro temas que son ejes de toda la progresión musical del disco ("Falls", "Penance", "Gabriel’s Oboe" y "Guaraní"). "Falls", el tema de las cataratas, refleja la profundidad de campo en que transcurre la acción; es la banda sonora de una naturaleza inquebrantable, poseedora de un poder sin estridencias y que todo lo envuelve, como la misma selva, como un vapor. Morricone, que es muy dado a revisar temas anteriores en sus temas nuevos, autotributa en este fragmento su música para El desierto de los tártaros.

"Penance" es el tema de la constricción, de la culpa con que Mendoza (Robert de Niro) carga en su particular descenso (aunque en realidad sea una ascensión) a los infiernos. En este caso, la música autotributada corresponde a Novecento. Convertido en misionero, Mendoza es reconocido por uno de los indígenas a los que persiguió y éste le interroga: “¿Por qué apareces vestido de misionero?” El ex traficante le responde: “Mi nuevo hábito protege a gente como tu de individuos como yo”…

"Gabriel’s Oboe", tenida por tema principal de La Misión, tiene una falsa apariencia barroca. Morricone decide aparcar la belleza lírica de un Adagio de Marcello y recurrir al folklore mestizo de los temas religiosos con los que los misioneros desembarcaron en Iberoamérica y que los sincopados sonidos indígenas acabaron por reconquistar. La aportación de Hinnigan y Taylor (Incantation) se hace notar, aunque no tanto como en "Guaraní".

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Rebosante de sonoridades étnicas, "Guaraní" marca el compás rítmico de la BSO a modo de estrofa e imprime velocidad en secuencias de acción, como la persecución del río o las emboscadas selváticas. En otra escena, un hermano jesuita subraya cómo el padre Gabriel se sirve de la música para someter a los indígenas. “Si en vez de un oboe tuviera una orquesta, hubiera podido someter a todo el continente”, responde el interfecto.Toda la banda sonora se alimenta de estos cuatro temas, a excepción de "Brothers" (tema intimista al estilo de Cinema Paradiso) y "Carlotta" (mujer, traición, celos evocados por una guitarra española con acordes de conspiración).

La musicalidad de esta película arranca con timidez en la secuencia inicial: un grupo de indígenas ata un misionero a una cruz y lo lanza al río para acabar despeñado en las cataratas, al tiempo que el cardenal Altamirano da a conocer su ambiguo punto de vista sobre lo acaecido con tono melancólico y un grupo de jesuitas se encarama hasta las cataratas para homenajear al mártir… Entonces Morricone destapa su particular tarro de esencias con "On Earth As It Is In Heaven" y enciende la London Philarmonic Orchestra y los coros de London Voices y la Barnett School’s Choir.

Para el maestro romano no fue un trabajo nada fácil. Tuvo que trasladarse hasta Londres (es sabido que Morricone es poco amigo de viajar) para grabar la música de la película en los estudios CTS de Wembley. Allí se sirvió de tres fantásticos colaboradores: Tony Hinnigan y Mike Taylor, del grupo Incantation, y el director de orquesta David Bedford.

Fuente: http://www.bsospirit.com/index.php

http://www.decine21.com/

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