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domingo, 12 de diciembre de 2010

Sanidad ordena destruir seis millones de vacunas contra la gripe A

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Trinidad Jiménez aseguró hace un año que no habría “un stock” que destapase “una gestión inadecuada de las vacunas”.

Pilar L. Cuntín. La Gaceta

El 27 de abril de 2009 se detectó en España el primer caso de gripe A: un joven de 23 años de Almansa que había regresado de México cinco días antes. La gripe A desató la alarma mundial y una incertidumbre descomunal ante una enfermedad cuyo sello de identidad era su eficiencia para producir una patología grave y llegar a matar a gente joven y sana. La OMS (y algunos titulares) la compararon con el virus pandémico y letal de 1918. Ayer, un año y 8 meses después, el Ministerio de Sanidad confirmó a este periódico que ha ordenado a las comunidades autónomas la destrucción de seis millones de vacunas contra la gripe A que España almacenaba, con un valor de 42 millones de euros, ante la imposibilidad de dar salida a las dosis.

Sorprende la decisión tomada si recordamos las palabras pronunciadas por la ex ministra de Sanidad Trinidad Jiménez en diciembre de 2009 a la salida de la entrega de los III Premios a la Calidad del Sistema Nacional de Salud, cuando comenzaban a existir indicios de que la pandemia anunciada no era tal: “El ministerio tiene varias estrategias para dar un uso eficiente a la compra que hizo” y en “ningún caso va a haber un stock acumulado que indique que ha habido un uso adecuado de las vacunas”. “Los contratos firmados con las farmacéuticas a las que se adquirieron las vacunas incluían cláusulas que permitían devolver las vacunas que no se utilizaran, bien a las propias empresas para que las distribuyan a otros países o para enviarlas al canal de cooperación”, explicó Jiménez. 

Sin embargo, la destrucción de vacunas no coge a nadie por sorpresa. En su día, los colectivos de expertos dieron la voz de alarma. Ya el 19 de noviembre de 2009, la Organización Médica Colegial criticó duramente la gestión de Sanidad frente a la epidemia del virus A y reprochó al ministerio haber adoptado medidas “exageradas”. Ayer, en declaraciones a este periódico, Jerónimo Fernández, vicesecretario de la OMC declaró que “ya se sabía que esas vacunas no iban a servir. Esa cepa ya no es la que hoy circula por ahí porque ya ha mutado. Las vacunas se fabrican cada año en base a las cepas de los virus circulantes y, además, la vacuna actual ya incluye la cepa de la gripe A. El ministerio tenía que haber contado con los médicos y profesionales para tomar decisiones médicas de calado”. Desde la OMC, sin embargo, han querido agradecer a Sanidad la “transparencia” con la que han actuado en esta ocasión.

Pero el único dinero que se ha perdido no ha sido el derivado de las vacunas destruidas. Las comunidades autónomas compraron en su momento, ante la alarma creada desde la OMS y el ministerio, mascarillas de varias formas y tamaños (incluso con dibujos animados para niños). Solamente la Administración sanitaria valenciana compró más de cinco millones de mascarillas que iban a proteger de la gripe al equivalente en personas de toda la población de la comunidad. En concreto, según cifras de la Conselleria de Sanidad, en junio del pasado año se compraron 5.121.940 mascarillas. Los precios de estos productos de prevención oscilan entre el euro y medio y los tres euros y medio, según sean simples, con o sin válvula o con varias capas de protección. Desde Sanidad se confirmó que al comprar grandes cantidades los precios “se han reducido considerablemente respecto a su valor en el mercado”, aunque no confirmaron si se habían obtenido con un concurso público ni cuánto habían costado en total. Pero como la gripe nunca llegó con la incidencia esperada, estos productos están durmiendo el sueño de los justos amontonados en cajas y es muy posible que no se utilicen nunca, a no ser que se les dé un uso cotidiano, no relacionado con la gripe A, y se repartan entre los hospitales de cada comunidad.

A las mascarillas habría que sumarles los 3,3 millones de euros que invirtió Sanidad en una campaña publicitaria que arrancó en agosto de 2009, con el objetivo de informar y prevenir a la ciudadanía sobre la gripe A.

Con todo, hasta ahora, el ministerio y las autoridades no han hecho suficiente autocrítica, pues las autoridades sanitarias nacional y autonómicas, así como los representantes de la OMS han dicho que en una situación equiparable volverían a hacer lo mismo. En esta ocasión, el ministerio no ha tenido reparos en entonar el mea culpa y admitir que el excedente de vacunas había sido destruido, a pesar de que siguen asegurando que la culpa ha sido de la gente, por no haber acudido a vacunarse

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