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jueves, 9 de diciembre de 2010

La mala educación

Alumnos

A la tormenta perfecta de nuestro presente económico se suma ahora el inquietante futuro educativo, que dibuja el informe PISA. No es que esto no dé ni para una cerveza, como bromeaba Rubalcaba, es que, además, hemos hipotecado el porvenir, al privar a toda una generación del conocimiento y condenarla a la mediocridad.

La radiografía que sobre los alumnos de 15 años traza PISA es para deprimirse. El nivel de España es menor que el de la media de los 65 países de la OCDE, tanto en comprensión lectora, como en competencia matemática y competencia científica. Lo cual evidencia el fracaso del sistema educativo. Aunque, haciendo honor a su estilo, el Gobierno se las apaña para encontrar culpables: la llegada masiva de inmigrantes, ha dicho el secretario de Estado de Educación. Primero son los pérfidos mercados, después los inmigrantes que bajan el nivel... el caso es no afrontar jamás la realidad y asumir los errores de base de un sistema educativo que nos ha llevado al pelotón de los torpes del mundo desarrollado. La prueba es que España tiene uno de los porcentajes más altos de alumnos repetidores de la OCDE. Algo no funciona.

En realidad, no funciona desde hace casi 30 años, cuando, tras la llegada de González al Gobierno, los socialistas impulsaron unas leyes educativas que iban a modernizar la enseñanza, pero que se tradujeron en elevadas dosis de ignorancia para el alumno y desmotivación para el profesor. La Logse, y la LOE sustituyeron la excelencia por la mediocridad, borraron del mapa las palabras mérito y afán de superación y ahondaron en la división de España con la atomización educativa de las autonomías (que el informe PISA refleja con la brecha entre las del norte y las del sur). Todo ello generó el caldo de cultivo para que, ya en el zapaterismo, los Gobiernos socialistas hicieran ingeniería social sustituyendo la enseñanza por el adoctrinamiento. Porque nada hay más manipulable que una sociedad privada de conocimiento y de los resortes culturales y morales que proporciona una educación integral.

Como en materia económica –los paralelismos son inquietantes–, los socialistas han creído que la solución era negar el problema o minimizarlo. Eso explica que bajaran el nivel y regalaran notas, paso de curso y títulos. Pero el contraproducente maquillaje no ha colado ante un tribunal como el del informe PISA y el resultado es que estamos peor que hace 10 años. Nada permite suponer que la tendencia vaya a cambiar. En educación, los daños infligidos a una generación tardan décadas en recuperarse. No va a resultar sencillo corregir la falta de disciplina (el informe revela que los estudiantes no escuchan al profesor) o el analfabetismo funcional o cultural del alumno (PISA muestra la escasa afición a la lectura de los estudiantes).

Joaquín Costa pedía, en la España atrasada y decadente de hace cien años, escuela y despensa. Un siglo después, la fachada de progreso ha resultado ser de cartón piedra, porque ciertos gobernantes han esquilmado la despensa y la escuela hace aguas con un modelo educativo que nos conduce al subdesarrollo a marchas forzadas. No es casualidad que los universitarios españoles sean los que más dificultades tengan para encontrar trabajo.

El suspenso de PISA exigiría un verdadero Pacto de Estado y una autocrítica por parte de los poderes públicos. Pero, ¿qué cabe esperar de un ministro sectario bajo su capa de filosofo socrático o de un todopoderoso vicepresidente que fue uno de los artífices del desaguisado desde sus cargos en Educación?

Fuente: La Gaceta

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