'Soy

lunes, 15 de marzo de 2010

El poder de la mente

472px-Eduard_Punset_-_001 De la interesante entrevista a Eduardo Punset publicada en XL Semanal, en relación a la publicación de su nuevo libro El viaje al poder de la mente (ed. Destino), entresaco lo que considero más desafiante y que la ciencia actual nos está desvelado, rompiendo con teorías que hasta hace poco parecían casi inmutables.

XL. Uno de los puntos centrales de su libro es la reivindicación de la intuición, lo que no deja de ser curioso desde el punto de vista ‘científico’: primar la intuición sobre la razón.
E.P.
Éste ha sido uno de los grandes descubrimientos de los últimos cinco años: no se necesitan procesos reflexivos muy sofisticados y conscientes para tomar una decisión importante.

XL. Incluso va más allá. Dice que si me dejo llevar por mis corazonadas, tengo tantas posibilidades de acertar en mis decisiones como si me guío por la razón. ¿No es así?
E.P.
Más, tienes más posibilidades de acertar. Ahora sabemos que, dentro de la historia de la evolución, la conciencia o los pensamientos conscientes son algo muy reciente. Durante millones de años, este ‘animalejo’ que somos ha vivido sin consciencia, así que el pensamiento inconsciente tiene tanta experiencia o más que el consciente a la hora de garantizar su validez. Cuando yo decido acatar lo que me dice mi inconsciente, sin darme cuenta siquiera, en realidad estoy tomando una decisión que es el fruto de una experiencia de miles de millones años. Pero, además, sabemos que la corteza cerebral, que es la que supuestamente controla las decisiones conscientes, es la última en formarse en el cerebro, lo hace cuando ya tenemos unos años de vida.

XL. ¿Y por qué, evolutivamente, en un momento dado no fue suficiente la intuición para sobrevivir y desarrollamos la conciencia? ¿Para qué sirve?
E.P.
Pues para situarnos en el tiempo. Yo esto, además, lo he comprobado con mis nietas: hasta los cuatro años no son capaces de distinguir entre el pasado, el presente y el futuro. Han tenido que esperar hasta que la conciencia se formase para poder diferenciarlos.

XL. Dice usted que la distinción entre cautelosos e intuitivos es que los primeros intentan no equivocarse y los segundos intentan acertar. Y reivindica la osadía...
E.P.
Ante la falta de información, sí. Y eso en una época de crisis como la que vivimos es fundamental. Se lo explico a mis amigos empresarios: en época de crisis hay que arriesgar; dad el poder a los jóvenes; cambiad de opinión. Si te quedas quieto, estás muerto.

XL. Otros experimentos que cita en su libro muestran que los mecanismos de la imaginación y del recuerdo son muy parecidos. ¿Confundimos pasado y futuro?
E.P.
Todo es pasado. Lo que hemos descubierto es que imaginar el futuro y recordar el pasado son entramados similares, activan las mismas partes del cerebro. Y eso deberíamos tenerlo muy en cuenta a la hora de prever nuestro destino porque la memoria es tremendamente imprecisa. El tema de los testigos en los juicios está muy cuestionado a raíz de los estudios sobre la memoria. ¡No nos acordamos de nada!

XL. Sin embargo, usted, al mismo tiempo, promueve que olvidemos y desaprendamos.
E.P.
Cuando hablo de olvidar, me refiero a que es una necesidad evolutiva. No podemos almacenarlo todo. Un olvido de fechas, como nos ocurre constantemente, fortalece la memoria de emociones o acontecimientos que debieran durar siempre. Por eso olvidar puede ser sano. Cuando hablo de la necesidad de desaprender, voy más allá. Es la necesidad de renunciar a los prejuicios y dogmatismos que nos impiden avanzar.

XL. ¿El cerebro tiene sexo?
E.P.
Sí. Y te diría que afortunadamente. El cerebro femenino tiene ciertas cualidades que es una suerte que alguien las tenga. Pero que quede claro que en ciencia hablamos de promedios. Por ejemplo, en promedio, el comportamiento lúdico es distinto: una mujer angustiada no va a tener ganas de hacer el amor; un hombre, si hay excitación sexual, le da igual si está preocupado: querrá hacer el amor. La concepción del tiempo también es distinta. El sexo masculino tiene una concepción divisionaria; se han creído lo de la división en segundos, minutos, horas... y la mujer tiene una concepción por eventos. Sabe que hay que hacer tal cosa, pero puede o no entrar en el tiempo divisionario. La mujer es más empática, le cuesta menos ponerse en el lugar del otro. Pero, ¡ojo!, son distinciones evolutivas. Esto podría cambiar si pasamos a comportarnos de otra manera. Si los hombres se hacen cada vez más cargo de los niños, en siguientes generaciones empezarán a ser más empáticos.

XL. Se afirma también en su libro que la moral es innata.
E.P.
Existe una moral innata en los humanos, al margen y con anterioridad al desarrollo de las religiones.

XL. Sin embargo, parece que nuestros principios morales son muy distintos según en qué cultura hayamos crecido.
E.P.
Una parte depende de la cultura, pero siempre existen ciertos principios universales: como la distinción entre acción y omisión. Cuando nos enfrentamos a un dilema moral, las acciones son peor vistas que las omisiones. Si para salvar a cinco personas en un bote hubiera que echar a una por la borda, no lo haríamos. Si para salvar a esas mismas cinco no hubiera que recoger a alguien que se está ahogando, es probable que no lo subiéramos al bote. La mente humana ha desarrollado una norma moral empírica, independiente de la cultura: las acciones son peores que las omisiones.

XL. De su primer libro aprendimos que la felicidad es ausencia de miedo; del segundo, que el amor es instinto de supervivencia. De éste, ¿qué hemos concluido?
E.P.
Que el de la mente es el único poder que existe. Y que todo comenzó el día que yo, hace unos 30.000 años, te miré a los ojos e intuí lo que estabas pensando.

No hay comentarios: