'Soy

domingo, 14 de marzo de 2010

De película. “Fuego en el cuerpo”

fuego4 En 1944, Billy Wilder terminaba “Perdición”, un espléndido thriller que con el paso de los años terminaría por ser sonoramente reivindicado por la crítica, y redescubierto por el público gracias a la televisión, llegando incluso a desbancar del trono del cine negro más inmortal a las sucesivas versiones, tres de ellas más que notables y singulares, de las que fue objeto para el cine la novela de James M. Cain “El cartero siempre llama dos veces”. Casi 40 años después, Lawrence Kasdan , un cineasta de la órbita de Francis Ford Coppola, Steven Spielberg y George Lucas, que ya había demostrado sus excelentes dotes para la escritura cinematográfica en guiones como los de “El imperio contraataca” y “En busca del arca perdida”, se embarcó en el reto de reinterpretar aquel título de Wilder y la operación no pudo salirle mejor. Puesta al día en los 80 de la clásica película de cine negro, “Fuego en el cuerpo” cuenta cómo una mujer casada seduce a un abogado, y logra enredarle en sus planes criminales para asesinar a su marido. El film puso bajo el radar el talento de Kathleen Turner. Fuego en el cuerpo es una película rodada con meticulosidad (destaca la inusualmente compleja fotografía de Richard H. Kline, aferrado al uso de la luz natural hasta en las situaciones en las que utilizar ésta resulta técnicamente imposible), resuelta con diálogos cortos que se quedan en la mente del espectador y con el sexo, tórrido, irrefrenable, inevitable, como constante ruido de fondo. Kasdan nos introduce en una sólida historia de deseos insatisfechos, ambiciones privadas, envidias ocultas, bajos instintos mal digeridos y mucha pasión, por el sexo, por el dinero, por, pura y simplemente, salirse con la suya.

Las escenas eróticas, eficaces y con una estética contenida, fueron consideradas casi pornográficas al inicio de los ochenta desde algunos sectores puritanos norteamericanos. Pero no es una película erótica aderezada con una historia de serie negra, como en principió se publicitó en un alarde de especulación informativa interesada: es una excelente película de serie negra que se afilia al sexo - y a su aureola clásica de fatalismos y reversos - como motor apostólico de toda la trama narrativa.

El húmedo calor del golfo de Florida hace que la ropa se adhiera al cuerpo como una segundbody_heat_movie_image_kathleen_turnera piel, una agobiante capa que limita los movimientos, que convierte cada intento de desplazarse, adelantar una pierna o levantar un brazo en un lánguido y mojado esfuerzo por superar la perezosa quietud a la que obliga la crueldad de los rayos del sol y la ausencia de brisa, pero que permite que los más bajos instintos se cuelen a través de las fibras y los pliegues del algodón mientras que empapa de sudor los pensamientos, las intenciones y, sobre todo, los deseos. Cuando los cuerpos se liberan de esa cárcel, cuando por fin con las últimas horas del día la brisa de los Cayos y los suaves vientos del Caribe logran abrirse paso entre las palmeras a través de las ventanas, los deseos vuelven a ser libres para imponer sus dictados. Y entonces, todo es posible. Así, Ned Racine (William Hurt, en su tercera película), un abogado de dudosa fama, se siente irremisiblemente atraído por los encantos y el sensual magnetismo de Matty (Kathleen Turner).

No hay que olvidar, en este repertorio de brillantez que es “Fuego en el cuerpo”, la penetrante banda sonora de John Barry, en la que algunos críticos han querido ver el trabajo más personal en toda su carrera. Seductora, sensual y misteriosa, sin duda una de las mejores del cine negro.

Más información:

http://www.decine21.com/

http://39escalones.wordpress.com/

http://cinemadreamer.wordpress.com/

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