'Soy

lunes, 19 de abril de 2010

Los "miedos" de la Iglesia Católica

800px-Sede_del_gobierno_vaticano Sede del Gobierno vaticano

El miedo es el alma del universo viviente. Los hombres se temen unos a otros, pero se diferencian de los animales en que pueden sobreponerse a sus miedos. El Poder es la manifestación suprema del miedo y sólo pueden ejercerlo con garantías aquellos que han aprendido a superar sus miedos personales y colectivos. El drama de muchas sociedades, instituciones y gobiernos es que no saben sobreponerse a sus miedos y, como consecuencia, no están preparados para gobernar, lo que genera caos, injusticia e infelicidad.

El miedo es el mayor problema de la Iglesia. Tiene tantos miedos que se ha vuelto recelosa, obtusa, esquiva y cobarde. Teme a la mujer, a la ciencia, a los periodistas, a la modernidad, a la sexualidad, a la luz de la verdad y, sobre todo, a perder poder e influencia. El miedo la hace inmovilista, conservadora y, sobre todo, cobarde. Es el miedo lo que le impide afrontar con valentía los grandes retos y problemas del mundo. El miedo le impide cumplir con su deber principal, que es ayudar al hombre en su proceso de liberación y de lucha por la felicidad y contra la opresión, la corrupción y otros dramas que le acosan. El miedo paraliza a la Iglesia y le impide asumir la doctrina de Cristo con todas sus consecuencias, una doctrina que convierte al ser humano en un gladiador del amor y que empuja al hombre hacia un enfrentamiento constante con el mal, propagando el bien y, sobre todo, la bondad.

La Iglesia es desesperantemente tibia y su enfrentamiento con el mal es decepcionantemente prudente, sin jugarse jamás la vida en la lucha, como pedía Jesús de Nazaret.

El jesuita Juan Masiá, autor del libro "Vivir en la frontera", sostiene que el miedo de la Iglesia significa agresividad, como enseñan los psicólogos, y que es entonces cuando llegan la caza de brujas, la Inquisición y la demonización de las ideas y las personas que piensan diferente. Afirma también que la Iglesia "sigue arrastrando cosas anacrónicas y obsoletas, como las excomuniones, que no tendrían que existir".

Sobre la Iglesia Católica, convertida en un poder terrenal y en administradora de la doctrina, el jesuita dice algo parecido a lo que ha dicho Voto en Blanco en las decenas de análisis publicados sobre la cuestión religiosa, desde su nacimiento, en 2004: "Jesús no fundó ninguna institución, Jesús desencadenó un movimiento que, a lo largo de la historia". La tesis de Voto en Blanco es similar: "Jesús hizo una revolución religiosa y moral, pero jamás dijo que necesitara intermediarios ni representantes para dialogar e interactuar con el hombre".

Leer las declaraciones del jesuita Masiá, aunque en algunos extremos discutibles y cuestionables, constituye un saludable baño de lucidez.

Francisco Rubiales y cols, en Voto en blanco

No hay comentarios: