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martes, 13 de abril de 2010

Regenaración democrática

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PARA REGENERAR LA DEMOCRACIA, LOS PARTIDOS POLÍTICOS DEBEN DESAPARECER

Carlos Rodríguez en Voto en blanco

La desaparición de los partidos políticos actuales es fundamental para el primer paso hacia una nueva era de gobierno de la sociedad donde las hasta ahora fuerzas políticas que componían la geometría política española habían creado un marco político donde se desenvolvían a sus anchas en una especie de sociedad endogámica muy lejana a los deseos de los ciudadanos de ver atendidas sus demandas.

Pero ¿Quien accede a la política en España? Si echamos un vistazo a aquellos que se encuentran Instalados en la dirección de los partidos políticos y de los cargos públicos, no deja de sorprendernos que son personajes que por una u otra razón llevan metidos en esto desde siempre, es la espiral de la supervivencia política que hace que no abandonen esa sociedad donde persisten en su indolencia de no querer salir a costa de dignidades y demás valores y aquellos que lo hacen, suele ser por la carambola que los catapulta hacia altos cargos en la empresa privada.

No es fácil adivinar que se trata de sujetos que han venido a la política para hacer cualquier cosa menos la vocación de servicio al pueblo que tanto predican y que cada vez menos se cree el ciudadano, harto de ver como la mayoría sale con la vida resuelta tras su paso por la política.

Los casos de corrupción que inundan la vida política es una prueba evidente de que de la excepción se ha pasado a la regla de manera brutal e insultante para los ciudadanos que ven como ningún mecanismo del Estado actúa de manera eficaz y sobre todo de manera determinante y ejemplificadora para acabar con esta lacra de nuestra sociedad política.

Una vez más los poderes se entremezclan y los ciudadanos no saben cuando la justicia actúa de forma neutral en los distintos casos de corrupción o sencillamente lo hace a través de la oportunidad política, el caso es que los ciudadanos no vemos en la Fiscalía General del Estado ni en el Tribunal de Cuentas a instituciones que nos representen frente al desorden que la corrupción ha impuesto en nuestra pequeña y frágil democracia y porqué no ficticia, porque una democracia real no merecería de tantos sobresaltos ni de tanta tardanza en la actuación de los controles del Estado.

Uno de los asuntos que claman con más inmoralidad y desprecio a la inteligencia de los ciudadanos, aparte de las prebendas y privilegios de toda la clase política y de su defensa a ultranza en el mantenimiento de estas prácticas, es el de los llamados "asesores políticos", una verdadera sangría para el bolsillo de los ciudadanos y una agresión para la inteligencia del contribuyente.

Los asesores políticos, nombrecito que encierra un eufemismo tan enorme como el derroche que supone esta lacra, pues no es más que el timo político más grande que nos han colado a los ciudadanos con la aquiescencia de la Fiscalía y del Tribunal de Cuentas y donde podemos encontrar a todo el árbol genealógico de cualquier político español, desde primos, hermanos, hijos, cuñados, mujeres, queridas y amigos, todo esto sin que el Fiscal salga de su letargo invernal para investigar de una vez lo que los ciudadanos estamos cansados de pagar.

Es necesario que la inmoralidad salga de inmediato de la política, no basta con que nos digan que al no ser delito nada se puede hacer, lo que nos puede llevar a la peligrosa conclusión que solo los tontos que utilizan la corrupción tipificada como delito son cazados y que aquellos que de la misma forma pero haciendo valer el código penal en su favor no son llevados ante la justicia, de este modo quedan salvados todos los inmorales que abundan en demasía por la vida política española y sus aledaños, desde el Presidente de una Caja que solicita un préstamo multimillonario para comprar acciones de una compañía, el de otro que presta a diestro y siniestro, el que hace favores subvencionando a la empresa de su hija o el que adjudica a la empresa del amiguete, todo ello inmoral a los ojos del ciudadano pero insultántemente impune a los ojos de la Fiscalía.

Los partidos políticos deben tener fecha de caducidad por la sencilla razón que uno de los principales motivos de la corrupción es haberse instalado permanentemente como si de instituciones se tratase, haciéndose indispensables en nuestro sistema democrático cuando realmente solo son una herramienta al servicio de los ciudadanos, servicio que desgraciadamente han dejado de cumplir desde hace tiempo y que tratan por todos los medios de blindarse con una serie de medidas legales como el sistema electoral que los protege, la restricción del voto recientemente en marcha por los dos partidos mayoritarios y una difícil presencia de nuevas fuerzas políticas que acaben restándoles votos.

Hoy más que nunca se necesita de la aparición de una nueva forma de entender la política, una forma de entender la política fuera de las ideologías, apostando por la puesta en práctica de lo verdaderamente útil para la vida de los ciudadanos y no en base al color político del partido en el gobierno. Los ciudadanos tenemos una gran responsabilidad en el desempeño de nuestro ejercicio como tales, al fin y al cabo es la voluntad popular la única vía para acabar con el lamentable estado de cosas que acontecen en nuestro territorio político y que nos afectan en nuestras vidas.

Próximamente se celebrarán elecciones, los ciudadanos no podemos votar a ningún partido político actual, debemos poner freno a la corrupción representada por todo lo que forma parte del Sistema y debemos ser nosotros, sin esperar nada ni a nadie, los que emprendamos esta nueva etapa donde no tengan cabida las ideologías, verdadero cáncer de nuestro siglo y que solo han traído divisiones, estratificaciones y falta de conciencia.

El voto en blanco o la aparición de una fuerza que incorpore todas las esperanzas que los ciudadanos tenemos en el cambio radical de ésta situación es la única vía para salir del caos y corrupción que impregnan la actual política española. De una cosa estoy seguro y que es que se acabará haciendo en Europa, antes o después, por eso no debemos esperar a que otros sean pioneros en lo que la conciencia política de un pueblo nos sitúe, al menos en el ranking de la revolución social, económica y política que Europa acabará por implantar.

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