'Soy

viernes, 7 de diciembre de 2012

Cada uno en su sitio

Debo y quiero expresar mi más absoluta indignación y repulsa ante las acusaciones que doña Celia Villalobos, vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados, vertió contra la Rectora y contra el prestigio de la propia Universidad de Málaga (UMA), en el Congreso Provincial de Nuevas generaciones del Partido Popular, ante una audiencia “ad hoc”.

Estas descalificaciones, además de desorbitadas e impropias de toda una vicepresidenta del Congreso, son del todo injustas. Evidentemente, toda crítica procedente del conocimiento es necesaria y constructiva, pero como dijo Sócrates: “sólo hay un bien; el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia”. Pues, desde la más absoluta ignorancia, la señora Villalobos ha arremetido contra la Rectora y contra la propia Universidad, cual “yegua de Troya”,como acertadamente la ha calificado el periodista y profesor de la UMA, Teodoro León Gross en un contundente artículo en el diario SUR.

Es cierto que nuestra rectora ha cometido errores y que sería de desear que centrara todos sus esfuerzos en el gobierno de nuestra Universidad, pero acusarla de ser la causante,-según la diputada por Málaga-, de “cargarse el prestigio de la Universidad de Málaga” es un monumental despropósito, rayano en la villanía. En primer lugar, para cuestionar el prestigio de una Universidad, en este caso la nuestra, primero ha de pasarse por ella; después quizás se puede tener autoridad para criticarla, algo que carece la diputada Villalobos, en cuyo currículo, esencialmente político, destaca su paso por el Ministerio de Sanidad y su “magistral” tesis doctoral sobre su actuación en la “crisis de las vacas locas”. Habrá que recordarle a la señora diputada que la Rectora, Adelaida de la Calle, presenta una dilatada trayectoria docente, investigadora (cinco sexenios de investigación le contemplan) y de gestión que, con independencia de las críticas que con fundamento puedan hacérsele, la hacen merecedora de un mínimo respeto.

En segundo término, porque nuestra Universidad, que ahora cumple 40 años, siendo joven ha dado un giro copernicano a nuestra ciudad, siendo la institución que genera el mayor volumen económico en nuestra provincia. Entre otros, el presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga, -nada sospechoso de “sectarismo progresista”, señora Villalobos-, ha destacado que nuestra Universidad “ha ganado en relevancia, solvencia y calidad académica” y que está llamada a convertirse en el motor económico de la provincia. Por su parte, el decano del Colegio de Economistas, ha afirmado que “tenemos una gran Universidad” y que la formación que da la UMA es “muy buena, aunque a veces la critiquemos”. En este sentido, habrá que recordar, a modo de ejemplo, que en la última convocatoria MIR ha quedado reflejada la calidad de la UMA en comparación con el resto de universidades españolas.

Por supuesto que hay deficiencias y que hay que mejorar sustancialmente en muchos aspectos, pero vilipendiar y desprestigiar a la UMA, en el modo en que lo han hecho la señora Villalobos y, con anterioridad, el Alcalde de la ciudad en Nueva York, constituyen actitudes prepotentes, ignorantes, injustas, irresponsables y ridículas.

Recortar brutalmente en investigación, infraestructuras, personal, ayudas, becas, etc, tanto por el Gobierno Central, como también por el Autonómico, y a la vez denunciar la falta de calidad, es de una hipocresía que repugna.

Dedíquense los políticos a sacar al país de la crisis, a dejar de castigar al ciudadano con impuestos, “tasazos” judiciales, recortes en sanidad, a rescatar bancos con nuestros impuestos, a desmantelar la educación pública y el estado de derecho y de bienestar social, y pónganse a trabajar en serio para generar puestos de trabajo, y dejemos de politizar la Universidad que debe estar ajena a los vaivenes políticos. Cada uno en su sitio, que así nos irá mejor.

José M. Pastor Vega

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