Muchas cosas han ocurrido en mi vida estos últimos meses, todas buenas eso sí, y pasada la cruda estación invernal llegaba ante mí la primavera y la tan ansiada Semana Santa. Los días previos a finales de marzo y principios de abril hacían presagiar la mejor de las experiencias cofrades y un tiempo muy por encima de las expectativas pero nada más lejos de la realidad cuando sólo pude disfrutar plenamente del Domingo de Ramos, sólo lució el sol la jornada inaugural. Las inclemencias meteorológicas en forma de lluvia y viento, en algunas ocasiones, originaron que todo cambiase, que la alegría se tornara en decepción, el sol en oscuras nubes y que casi todo quedase en el deseo y el recuerdo de otros años.
Dice el refrán que no hay mal que por bien no venga y el Miércoles Santo, acompañado de esa persona que se ha subido al tren de mi vida y de mi corazón, que soporta todas mis manías y mis más enconados sentimientos cofrades y futbolísticos, conseguí dos cosas que hacía tiempo no veía como eran ver al Señor de Puerta Oscura y el Amor infinito de su Madre por el Patio de los Naranjos de la S.I.C.B de Málaga y, como no, ver a mi Real Madrid alzarse con el campeonato de España, con la Copa de S.M. El Rey, volviendo al lugar que le corresponde al Rey por excelencia del fútbol mundial.
No fue un partido fácil, Mestalla rebosaba de aficionados enloquecidos por ver ganar a su equipo unos catalanes otros madridistas. El primer tiempo, sin duda alguna, fue blanco consiguiéndose anular el centro del campo con un Pepe estelar, una defensa firme y adelantada y un Messi desaparecido junto a sus dos fieles "sanchopanzas" Iniesta y Xavi. Ritmo frenético el de mi equipo asfixiando a los de Guardiola en todas las facetas del juego. Al borde del descanso el propio Pepe la tuvo en un cabezazo que se estrelló contra la madera para desgracia mía y fortuna azulgrana. Descanso merecido.
Tras la reanudación Jesús el Rico seguía con su acto de liberación del penado en la Plaza del Obispo y mi equipo se disponía a "liberarse" del yugo que suponía 18 años sin abrazar al Rey como triunfadores del torneo que lleva su nombre. No fue fácil este segundo acto, pues la justicia es lenta y da muchos sinsabores porque el la fortuna, aún sonriéndonos finalmente, parecía escaparse durante muchos minutos por el terrible desgaste físico del primer tiempo y porque el Barcelona empezó a hacer su juego combinativo y ganar terreno metiendo a mi equipo en las trincheras para intentar volar nuestro fortín, pero ¡ay amigo! ahí estaban un fabuloso Alonso con mando en plaza y su lugarteniente Khedira para contener las embestidas y poner a Pepe de sabueso para poder abrir fuego de morteros y repeler las embestidas.
Un toque de campana de aviso de Jesús el Rico puso en alerta al madridismo cuando Pedro acertó a perforar la meta de Casillas. ¡Gracias Jesús el Rico por dejarlo fuera de juego!. El Barcelona tuvo la pelota pero no tenía profundidad salvo en los últimos minutos que tuvo que volver a bajar, con permiso del Nazareno, son Iker Casillas para desbaratar tres claras ocasiones que hubiesen puesto patas arriba la final. Pero el Madrid quiso más y tuvo más mentalidad ganadora y físico que su rival y llegó la prórroga.
En la prórroga se conjuraron todos blancos y azulgranas, entrenadores y aficiones pero solo un jugador estuvo por encima de todo eso, solo el mejor puede decantar un partido así y con su golazo en el minuto 103 de partido gracias a un gran pase de Di María mi equipo volvió a recuperar lo que le pertenece, a ocupar su sitio, a ser el Rey con el Rey, y a disipar dudas, callar bocas y poner sobre la mesa que no es invencible, que se pueden parar y que lucharemos con ellos por todo y para todo.
Que nadie olvide la fecha del 20 de Abril de 2011, sí Miércoles Santo, pero también el día que mi equipo recuperó su cetro. En medio de esta maraña, Jesús El Rico y su Madre del Amor llegaron a su Casa Hermandad sin sobresaltos meteorológicos y esa persona tan especial para mi, a la que tanto quiero y que me hace tan feliz me acompañó en esa tarde-noche mágica de Semana Santa.
Un saludo
¡¡HALA MADRID!!
Germinal García
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