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martes, 13 de diciembre de 2011

Un tal ¿“Trincangarín”?

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Un tal Urdangarín

“Iñaki Urdangarin no es culpable de haber nacido en el seno de una familia de la clase alta vasca conectada con todo el tejido empresarial de la más industrial de las regiones españolas. Tampoco es culpable de haber sido una destacada figura del deporte de élite y de haber sido un descollante jugador de la selección española de balonmano justo cuando el deporte español experimentaba un extraordinario y casi inexplicable despegue internacional en todos los ámbitos. Por último, aunque no menos importante, no es en absoluto culpable de haberse casado con una de las hijas del rey de España y haberse emparentado así con una familia que por su propia naturaleza, conoce a todo grupo de presión político y económico, a todo el que es alguien, en suma, al estar en la cima de esa pirámide de influencias que denominamos Estado.

Este hombre, que hace 15 años representaba el yerno que toda madre quería para su hija, prosiguió su ejemplar carrera inmaculada patrocinando varias sociedades sin aparente ánimo de lucro… y aquí la historia de este mirlo blanco de alas impolutas parece torcerse de manera catastrófica. Urdangarín dedicó un tiempo a su formación poco después de su boda con la infanta Cristina: estudió en ESADE, una de las escuelas de negocio mas elitistas de España, especializándose en Administración de empresas. Fue alumno aventajado: poco tiempo después de acabar sus estudios su nombre se vinculó a una serie de empresas en colaboración con dos de sus antiguos profesores: Diego Torres y Mario Sorribas. Sus primeros años postmaster los dedicó al sector privado en empresas como Motorpress y Octagon, dos sociedades limitadas, dedicadas a esa actividad tan amplia y difusa conocida como asesoría de empresas. Paralelamente, Urdangarín ingresó en el Comité Olímpico Español en abril de 2001 de la mano de Alfredo Goyeneche, un hombre  muy bien relacionado con el rey Juan Carlos. 

Entre sus muchas otras actividades, Iñaki Urdangarín, que en el ínterin se había transformado en el duque de Palma, era, junto con su socio Diego Torres, directivo de la sociedad Nóos dedicada a la organización de eventos relacionados con el deporte. Entre sus logros están los contratos investigados ahora por la Policía Judicial dentro de la llamada ”operación Babel”, y que investigan las supuestas irregularidades con desvío de fondos incluido, de los acuerdos firmados por las empresas del yerno del Rey con el Gobierno balear, adjudicados a dedo por el popular Jaume Matas y también a los multimillonarios contratos que Torres y Urdangarín cerraron por entonces con las administraciones valencianas para celebrar unas jornadas idénticas a las de Mallorca, con el fin de poner en marcha unos juegos europeos que jamás llegaron a celebrarse. 

La “Operación Babel” plasma la complejidad  de los negocios de patrocinio del yerno del Rey, y que abarcan el instituto, asociación y consultoría Nóos, la inmobiliaria Aizoon S.L., y las sociedades vinculadas Virtual Strategies S.L., Shiriaimasu, Intuit Strategy Innovat y De Goes Center For Stakeholder Management. Las investigaciones de las posibles irregularidades tienen lugar en Palma de Mallorca, Barcelona y Valencia. .

Cinco años atrás, el caso Palma Arena ya debería haber puesto en guardia a la fiscalía sobre los un tanto turbios asuntos de una figura que, por su situación familiar, debería ser cualquier cosa menos poco clara en sus manejos financieros. Se denunciaron los primeros acuerdos de Nóos con el Gobierno Balear, que costó 1,2 millones. Y nadie nombró a Iñaki Urdangarín, esposo de la infanta Cristina. Pese a que en la memoria de la sociedad  las citas a “Iñaki” y “al señor Urdangarin” eran frecuentes. Para evitar cualquier duda, en una nota explicativa se ponía en conocimiento del juez que el antes citado “Iñaki” era el Ilustrísimo Señor Iñaki Urdangarín Liebaert, Duque de Palma. Pese a ello, nada publicó la prensa entonces de esta presa de caza mayor. En cuanto a la oposición socialista del gobierno de Matas, se  limitó a decir que trataba de un “pésimo ejemplo de administración de los dineros públicos”, poniendo especial énfasis en los grandes sueldos asignados a los muñidores de aquellos acuerdos: 40.000 euros  para el director de publicaciones, 50.000 para el director de la red regional por dos días de trabajo.

Nóos celebró durante dos años el Forum Illes Balears  e ingresó, por ese concepto 2,3 millones de euros. El Foro se definía como un proyecto alejado de fronteras para dar a conocer un marco incomparable. En una memoria especificaba la necesidad de esa celebración con el objetivo de posicionar a las islas Baleares como referente turístico y como recordatorio de sus posibilidades a nivel mundial. “La misión del Foro es contribuir a que los destinos turísticos organicen y desarrollen su patrimonio deportivo para fomentar su diferenciación y reforzar su posicionamiento en el ámbito internacional, logrando potenciar, en último término, su avance económico social”.  Demasiado dinero, quizás, para una palabrería tan vacua.

Urdangarín abandonó Nóos en 2006 en cuanto comenzaron a aparecer en prensa noticias sobre sus actividades e intentó mantener un perfil bajo para evitar una inoportuna atención sobre su persona, abandonó su casa de Pedralbes, sus trabajos en la Ciudad Condal e incluso él y su mujer la infanta Cristina, buscaron un exilio dorado en EEUU en 2009 de la mano de Telefónica;  pero su socio Diego Torres, no lo hizo. Es más, alardeó de negocios hechos a cuenta de patrocinios sin aparente ánimo de lucro y de la organización de eventos relacionados con el deporte. La Justicia tiene desde hace tiempo, en su poder la tesis doctoral del propio Torres, en la que el principal imputado del caso Palma Arena desgrana con minucioso espíritu de profesor emérito cómo sacar provecho económico de los mecenazgos. Un valioso manual de utilización de la trama empresarial en beneficio propio. El estudio, incluye varios artículos firmados al alimón con el duque de Palma, y en él se presentan las adjudicaciones obtenidas del Gobierno balear y de las instituciones valencianas como un ejemplo de gestión. La tesis fue presentada por Diego Torres en la escuela de negocios Esade en enero de 2008, en Barcelona. En ella, el profesor Torres, apartado de sus cargos de Esade hace unos días, cita al Duque de Palma de forma continua e incluye además, hasta siete artículos escritos por Urdangarín. Precisamente, en cuatro de ellos se defiende, como ejemplo de gestión y de éxito del patrocinio, aquellas jugosas adjudicaciones por parte del Gobern Balear y de la Generalitat Valenciana que, finalmente, y pese al dinero público invertido, no condujeron a que en ninguna de las dos comunidades se celebraran nuevos eventos deportivos: “Las administraciones públicas también pueden utilizar las conclusiones que se derivan del estudio para formular políticas para promover el patrocinio y mejorar la eficacia de este”.

Evidentemente, La eficacia de éste sería, a la vista de sus resultados difícilmente mejorable. Jamás el patrocinio de la nada produjo tantos beneficios a la empresa que precisamente la gestionó; una empresa que al calor de un llamado “patrocinio deportivo” pagado con fondos públicos, no generó ninguna ventaja en las comunidades hipotéticamente beneficiadas por ellos, pero que sin embargo si generó unos enormes beneficios en los gestores de aquellas supuestas ”actividades sin ánimo de lucro”. Una empresa que firmó numerosos convenios  de asesoramiento hinchados hasta el absurdo con entidades públicas y privadas, al margen de los gobiernos de Valencia y Baleares, como la metalúrgica Aceralia, Telefónica, los ayuntamientos de Alcalá de Henares (Madrid) y Mataró (Barcelona) o los clubes de fútbol de Valencia y Villarreal. Una empresa fantasma dedicada a la “asesoría empresarial” actividad que como en otras épocas los tablaos flamencos o los chiringuitos financieros, menudearon en España como una plaga. Una empresa dirigida y gestionada por un tal Urdangarín.”

Eso, un tal Urdangarín, o acaso… ¿“Trincangarín”?

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