'Soy

domingo, 10 de febrero de 2013

Camino al desastre

Un problema real de nuestra economía es nuestra deuda exterior. Esta es muy preocupante, y lo es porque estamos obligados a importar casi todo. Pero, ¿quién tiene la culpa? Pues mira por donde, los mismos que nos exigen hoy sacrificios. Las condiciones que se nos impusieron para nuestra entrada en la Comunidad Europea incluían el desmantelamiento de nuestro sector industrial y de buena parte de nuestra agricultura y ganadería. No podíamos ser competencia de la producción de Alemania y de Francia. Pero al aceptar estas condiciones, nosotros mismos nos pusimos la cuerda al cuello, y nuestra deuda externa solo podía aumentar, aumentar y aumentar.

Solo hay dos posibles salidas ha esta situación: convertirnos en un país con condiciones sociales tercermundistas (los ciudadanos carecerán de recursos para adquirir bienes y por tanto nuestras importaciones bajarán), o romper la actual dinámica y reindustrializar el país, siendo capaces de producir la mayor parte de los productos que necesitemos. Lógicamente, esta última opción solo será viable si salimos de la Unión Europea y le damos la patada al hiperliberalismo económico antisocial. Y no estoy diciendo que esta sea una opción fácil. Lo que digo es que es una opción con futuro, mientras que la sumisión a los actuales planteamientos económicos nos condena, de forma permanente, a la miseria y a la sumisión.

Tal como van las cosas, es previsible que a no mucho tardar empecemos a ver violencia en las calles. Es algo inevitable cuando las desigualdades y las injusticias sociales se generalizan. Cuando ello ocurra, quienes hoy siembran la semilla que la hará fructificar, como hipócritas que son, se rasgarán las vestiduras.

El alzamiento armado es el último recurso a que la minoría sojuzgada recurre para librarse de la opresión de la mayoría. Pero conviene más que la minoría procure, por la vía intelectual, devenir mayoría y entonces efectuar las oportunas reformas. La legislación, además, debe reconocer a todos un cierto ámbito de libertad. No se puede acorralar a quienes piensan distinto que el gobernante, dejándoles sin salida, de suerte que no tengan más alternativa que o servilmente someterse o lanzarse al desmantelamiento del aparato estatal y del Sistema por la violencia.

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