'Soy

miércoles, 30 de marzo de 2011

La luz en el Carmen Thyssen

Museo Thyssen Málaga

La luz en el Carmen Thyseen, artículo de José Morales en YMálaga.com

"Y dijo Dios, hágase la luz, y la luz se hizo. Y vio, Dios, que la luz era buena..." Así, casi al comienzo, y desde entonces, la luz decidió que se venía, sin fecha ni día -de por siempre- a vivir a Málaga. Al igual, exactamente, no fue como lo cuento, pero pudo serlo. Y ahora se ha tomado aposento -la luz- en calle Compañía, entre el Santo Cristo y la Plaza de San Ignacio, en el Carmen Thyssen. Se cuela por las ventanas, ilumina lienzos y tablas y se regala en paisajes, ríos y costumbres, flores y patios, cosas y casas, gente y más gente.

Y es luz que se hace mañanera y se abre al mar, al mar azul y amplio. La trae, de la mano, Verdugo Landi con La llegada de los barcos -jábegas en este caso, que rememoran pasado de fenicios-; o se la lleva para ir Buscando conchas en playas de algas y mujeres de blanco. Luz desbordada en Sorolla o tamizada de Zuloaga y Solana. Luz que se agarra a Gibralfaro (Barrón) al caer la tarde.

Luz de Venecia, en ocaso y mediodía; luz de Paisaje Costero o Atardecer sobre la costa de Málaga o Claro de luna (Gómez Gil) de ensueño y encanto escondido, reflejo que se viene hasta la playa y, mientras, el faro en un horizonte de deseo, envía destellos -¡cómo no! de luz- en la noche que llega. Es luz de mares apacibles: Marina 1884 (Ocón y Rivas).

Es luz de campo Invierno en Andalucía (bosque de álamos con rebaño en Alcalá de Guadaira -¿te acuerdas Esther?-  y río Orilla del Guadalquivir con barca o Un paseo por el río (Sánchez Perrier). Escenas, ahora, a la luz del mediodía. Ribetean las orillas sauces y chopos con hojas nuevas y, a lo lejos, los campos verdes de la campiña en primavera; aguas mansas, barcas de remos varadas entre la vegetación exuberante y plena.

Se asoma en el crepúsculo tras la cofradía que viene por la calle (Alfred Dehodencq), se va de feria, a los toros, a los muros del convento, a la reja de moza trigueña y de cara redonda; es luz de mercadillo en la plaza, de paseo vespertino, o de la Fuente de Reding por donde la gente, por el camino de Vélez, se iba o  venía a Málaga.

No es museo para echar el rato. No. Es para más. Mucho más. Por cierto, y a quien corresponda -si le llega-, dos sugerencias: no hagan caso de la envidia -anda algo suelta estos días-. No entra. Se queda en la  puerta (esto puede ser demasiado), y otra, el mejor seguidor de la Escuela Pictórica del XIX se llama Leonardo Fernández. Es de Málaga y vive en Málaga.

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