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domingo, 8 de agosto de 2010

Carta de un padre desesperado

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El de los padres separados es un problema que no por ignorado deja de afectar a muchísimas personas en toda España.

Esta es la carta de un padre desesperado y que expresa su sentir y su impotencia de la única manera que puede, escribiendo a los escasos medios de comunicación que se atreven a dar cobertura mediática a este tipo de personas; medios de comunicación por lo menos, algo más independientes y neutrales que los grandes foros informativos nacionales y de masas, de TV, radio y de la prensa escrita que controlan la opinión en nuestro país.

Dice así:

"Es muy difícil resumir en pocas palabras los sentimientos de exclusión e injusticia que he ido acumulando desde que comenzó esta experiencia alucinante del divorcio.”

Le ruego que dedique un poco de su tiempo a leerla. Tenga en cuenta que en unas elecciones en número de votos de hombres separados, es numéricamente igual al de mujeres separadas, aunque nosotros somos política y socialmente invisibles.

¿La Paternidad no existe?

La situación de la madre con respecto a los hijos está bastante clara. La madre no pierde su papel en un divorcio, sigue siendo madre y nadie discute la importancia que tiene para los hijos su presencia. Tanto es así que el 95% de las custodias en un divorcio se dan a la mujer. Incluso la mujer se «beneficia» de un cierto ambiente social que la considera una especie de víctima ontológica, y se la considera a priori «sufridora abandonada», aunque la realidad estadística nos dice que la mayoría de las rupturas están provocadas formalmente por ellas.

Otra cosa muy distinta, ocurre con el hombre. Cuando el matrimonio se rompe, el hombre no solo pierde la pareja, pierde de hecho la paternidad, pues socialmente no existe el papel de padre fuera del matrimonio. No se ve al padre como una figura autónoma independiente de la mujer. Un hombre solamente es padre mientras su matrimonio funciona.

Expectativas sociales esquizofrénicas.

Socialmente, no se sabe que hacer con un padre separado «no culpable», puesto que se supone que un «buen padre» no bebedor, no juerguista, no promiscuo, no puede ser sujeto de divorcio. Si la mujer quiere romper el matrimonio es porque «algo habrá hecho». Nos encontramos así con la primera discriminación sexista; mujer separada: «victima», hombre separado: «algo habrá hecho». Se rompe por tanto el principio constitucional de la presunción de inocencia: esta es para la mujer, para el hombre funciona la presunción de culpabilidad.

Este prejuicio, tiene consecuencias radicales en la relación del hombre con los hijos.Nadie se plantea que hay que proteger esta relación, que los hijos de hoy día tienen «hambre de padre»; simplemente nadie se plantea que haya que proteger una relación (padre-hijo) que se supone, el hombre ha abandonado voluntariamente para hacer su vida.

Es cierto que muchos padres se corresponden con el clásico perfil del abandonador, y cuando esto ocurre, los engranajes del sistema funcionan perfectamente, puesto que es este tipo de padre el que la sociedad conoce y con el que se siente cómoda, aunque hipócritamente le critique.

El problema lo tenemos los hombres que en un divorcio, nos negamos a asumir el papel de malos, pues no existe ningún otro papel para nosotros, y además nuestra actitud acaba  generando desasosiego entre jueces, políticos y periodistas, ya que negándonos a asumir el único papel conocido (malo,abandonador, maltratador, psicópata, alcohólico...) en la práctica cuestionamos el papel de los demás: si no hay culpable no hay víctima, no hay héroe defensor de víctimas. Muchos oportunistas se quedarían a solas con su mediocridad intelectual.

El hombre separado se encuentra así ante una situación sin salida: para que el puzzle encaje y nadie tenga que pensar ni cuestionar nada, debe desentenderse de sus hijos (afectivamente, el tema económico es otra cosa). Si no lo hace empieza a estorbar, y no va a tener el apoyo de nadie; puede incluso que se le acuse de paranoico conflictivo. Pero si finalmente se adapta y tira la toalla en la relación con los hijos, se le reprocha y se le acusa de abandonador. En cualquier caso es «malo» ¿Qué hacer?.

Pensiones, Impuestos: el divorciado millonario

La situación afectiva del divorciado, al ser separado de sus hijos, es ya bastante complicada, pero simultáneamente al derrumbamiento de su familia, debe hacer frente a problemas logísticos y económicos acuciantes.

Inmediatamente después del divorcio, la mayoría de los hombres nos enfrentamos a la carencia de vivienda, ya que el domicilio familiar acompaña a la custodia de los hijos, que en el 95% de los casos queda en manos de la mujer. Incluso en aquellas situaciones en que el hombre es cotitular de un préstamo hipotecario para financiar la vivienda, ¡se ve obligado a continuar pagando las cuotas del crédito! de una propiedad nominal que probablemente no volverá a disfrutar nunca.

Ningún juez se deja impresionar por esta situación (el divorciado es culpable de algo y debe ser castigado), y el hombre separado además, debe colaborar con su exmujer al 50% de los gastos que los hijos tienen con la madre.

Nadie parece tener en cuenta que un hombre separado que no abandone a sus hijos, tiene prácticamente los mismos gastos que la madre, pues si a pesar de todo consigue acceder a una vivienda, debe amueblarla y acondicionarla para los niños independientemente del tiempo que pasen en ella; y estos artículos no valen menos para el padre nocustodio, las tiendas cobran exactamente lo mismo.

Igual con el resto de los gastos: ajuar, ropa, zapatos; bienes que hay que comprar por duplicado, pues los hijos no vienen de casa de la madre con sus cosas, y aunque vinieran, necesitan un espacio propio con el padre para evitar la exclusión mental: los hijos no visitan al padre, van a su otra casa.

Los únicos gastos verdaderamente exclusivos de la madre, son los suministros (gas, electricidad) y los colegios, en el caso de la enseñanza privada no concertada. Pero para hacer frente a estos gastos, el padrecustodio (la mujer) disfruta de una serie de ventajas fiscales que hay que tener en cuenta:

Las desgravaciones en la declaración de Hacienda se las queda en bloque la madre. No es que sea mucho, pero el hombre se queda sin el dinero, y sin el reconocimiento de su esfuerzo. Para Hacienda y para los jueces, el único dinero que cuenta es el que controla la madre, el resto no existe, y no estoy hablando de calderilla sino de cantidades importantes .

A nadie se le ha ocurrido pensar, que el hombre separado no vive solo. El hecho de que sus hijos no estén en casa todo el tiempo, no quiere decir que pueda vivir como un soltero, todo lo contrario, a la hora de hacer cualquier gasto, su condición de pater familiae no le abandona nunca.

Tampoco se explica la demencial tabla de retenciones de IRPF que se nos aplica a divorciados: ¡exactamente igual que a los solteros! Incluso la pensión alimenticia, no puede ser imputada como gasto aunque de hecho lo es, pues el gasto necesario para mantener a sus hijos (que tendría que hacer igual aunque no estuviera divorciado) el hombre lo hace antes de pagar la pensión. El hombre separado tiene que mantener dos veces a sus hijos.

Si en el primer apartado ya decía que el padre separado no tiene papel socialmente reconocido con sus hijos, es lógico que nadie haya previsto la financiación de este nopapel.

El ejercicio imposible de la Patria Potestad.

Teóricamente, el ejercicio de la guarda y custodia por parte de la madre, no debería interferir la toma en común de decisiones respecto a cuestiones importantes de los hijos, es decir la Patria Potestad compartida.

En la práctica, la Patria Potestad compartida es papel mojado si la custodia la tiene la madre. En la vida real, custodia y patria potestad van indisolublemente unidas, pues, desgraciadamente la mayoría de las mujeres separadas plantean este punto, no como una cuestión ética por el bien de los hijos, sino como un conflicto de poder.

Y bien mirado ¿qué motivación podría tener la madre para compartir las decisiones con su exmarido?, las separaciones fantásticas en las que «...aunque no podamos vivir juntos vamos a ponernos de acuerdo por el bien de nuestro hijos...» no existen ni siquiera en las películas.

Las decisiones entre dos personas que se han divorciado por la imposibilidad de llegar a un acuerdo, y en las que la mujer tiene todo el poder, simplemente se imponen .

Esta es la dura realidad, tanto en las separaciones como en cualquier otra cuestión de la vida. Y la Ley actual permite la impunidad práctica de la mujer que decide excluir al hombre de la educación de los hijos.

Esta situación solo se corregiría con la Custodia Compartida, en la que se repartirían al 50% los gastos y el tiempo. Los hijos tendrían garantizada la presencia de los 2 padres, ninguno se podría imponer al otro, se haría innecesaria la fijación de pensiones y disminuiría la conflictividad judicial por transgresiones del régimen de visitas y el impago de dinero.

La Custodia Compartida.

La Custodia compartida solucionaría muchos conflictos, pero tiene poderosos detractores instalados en la secta feminista que hoy controla ciertos juzgados de familia, y que conforma la ideología dominante (dominante, no mayoritaria) en los medios de comunicación.

Se dice, que la custodia compartida crearía inestabilidad emocional en los hijos, sin tener en cuenta que el precio actual de esa «estabilidad» es dejar a los niños huérfanos de padre.

La custodia compartida es una rutina en muchos países europeos con más experiencia que España en la problemática del divorcio, y hasta el momento, no se tiene noticia de que provoque ninguna inestabilidad emocional. Mas bien al contrario, en donde la custodia compartida está más implantada ha disminuido la conflictividad judicial en casos de divorcio.

A mi entender, la verdadera razón de la oposición a la custodia compartida hay que buscarla en que supondría una auténtica perdida neta de poder por parte de la mujer en las situaciones de divorcio. Sería imposible manipular a los niños para mantener el control sobre el exmarido, un hombre al que se expulsa de las decisiones familiares, pero del que se desean sustraer recursos económicos para colaborar en la crianza de los hijos.

Simplemente se desea perpetuar la actual situación de explotación emocional y económica de los hombres separados, alimentada por los prejuicios y el rencor social a los hombres separados.

El silencio.

De todas las situaciones de injusticia y explotación que acabo de describir, la más insoportable, y posiblemente la más importante, es el silencio y la indiferencia de las Instituciones y de la sociedad en general ante este problema.

Sin esta complicidad pasiva, sería imposible mantener la situación actual, que atenta claramente contra los derechos humanos y contra la Constitución Española, que consagra la igualdad ante la ley, y la no discriminación por razones de sexo.

Los defensores del actual status, suelen dar pocos argumentos (no los hay), se limitan a silenciar el debate sobre el divorcio, que es uno de los más importantes que tiene pendientes la sociedad española, y que brilla por su ausencia en todas las elecciones.

Las elecciones.

No emito consignas programáticas, pues creo que con en esta carta abierta hay ideas suficientes para ilustrar cualquier programa electoral de cualquier partido político.

Le apunto el problema del divorcio desde el punto de vista de un hombre. No es que las mujeres no tengan problemas en las separaciones, pero creo que su versión está ampliamente difundida y escuchada; hasta cuentan con una Institución propia como el Instituto de la Mujer que, desde mi punto de vista, forma parte del problema, no de la solución.

Cuestionar la legislación y los usos sociales del divorcio, es hoy por hoy, un tabú impuesto por la secta feminista. Pero hay muchos votos en juego. Insisto en mi idea inicial: en el divorcio somos numéricamente los mismos, hombres y mujeres. Un político que se atreviera a plantear el tema desde una nueva perspectiva podría encontrarse con apoyos inesperados.”

Un saludo:

Leopoldo Cuesta Gómez

El responsable de este blog también suscribe esta carta en su totalidad

4 comentarios:

Francisco Picornell dijo...

Una carta llena de demagogia y verdades a medias, además de hacer alarde de una ignorancia legal supina.
Un saludo

Unknown dijo...

Lo de la demagogia, y las verdades a medias, según le vaya a cada uno. Pero más de uno si que nos vemos identificados en ella. Lo de la ignorancia legal supina, pues ya que usted es letrado podría aclarar algo al respecto y así aprendemos todos.

Francisco Picornell dijo...

Si me dedico a anailizar la de burradas qeu se oyen cotidianamente en prensa, radio, televisión y blogs no haría otra cosa.
Por otra parte el firmante de la carta tendrá su abogado, digo yo, es a el al que le tiene que preguntar.
La experiencia me dice que los clientes, en primer lugar cree mas a lo que leen en la prensa que a lo que le dice su propio abogado. En segundo lugar, quieren que el rábula le diga lo que ellos quieren oir.
Un saludo

Unknown dijo...

Pues le quedo muy agradecido por no aclarar nada.
Saludos