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viernes, 4 de junio de 2010

Los tontos del pueblo

Los tontos del Pueblo

Visto y comprobado está, que en esta vida tiene que haber tontos como tiene que haber de todo. Como manda el sabio refranero popular, Dios los cría y ellos se juntan. Una piara, bastante numerosa, de estos indocumentados hijos de la LOGSE, tontos, pero con un potencial increíble para hacer daño, casi tanto como un alcalde nuevo, se han juntado por estos días en las fiestas de Alhaurin el Grande. La vergüenza ha sido mayúscula.

Siete y pico de la mañana, día de clausura de las fiestas, un numeroso grupo de boniatos, carrucucas, pichotes y abundios, la emprenden, como diversión post-botellón, contra un par de vaquillas en la tradicional capea. Patadas, puñetazos, llaves de karateca, risas, humillación y falsa hombría, mezcladas con el olor a bilis del vómito mañanero y la euforia, que sigue provocando el dar rienda suelta a los más bajos instintos, a muchos que están escasos de neuronas y cojones, y que se amparan en esa especie de anonimato que les cobija cuando actúan en falange.

Como en este país sólo existe la ley, que viene siendo algo con sentido contrapuesto a la justicia, lo deseable para equilibrar la balanza sería ponerlos delante del juez. Pero no uno cualquiera, el togado debiera de ser un burí, para garantizar que la justicia simplemente se hace, se cumple y no se interpreta, que eso es cosa de teatros y cosos taurinos. Seiscientos kilos de juez, negro zahíno, de luto por los suyos, con dos garfios astifinos para dar seriedad y solemnidad a su señoría. Nada de sentarlos en el banquillo, aquí a porta gayola, como los toreros sin pan, a ver si ahora los machitos de la ESO y de la ESA se ponen tan farrucos.

Porque el que de verdad pierde con todo esto es el bello pueblo de Alhaurin El Grande y sus veintitrés mil habitantes, a los que por culpa de una turba de memos les han terminado prohibiendo las vaquillas en sus fiestas. Así lo ha estimado oportuno el alcalde popular; es más fácil prohibir que buscar soluciones. Como solución hubiera sido que paguen los que hicieron la fechoría y no justos por pecadores. O que en un espectáculo dónde se preveía gran asistencia de público se hubieran desplegado algunos agentes de la autoridad. Pero ya es tarde y el mal está hecho. Además, esto es España, y mientras sea así, aquí no va a salir ningún culpable ni responsable. De lo que sí estamos seguros es de que si los incidentes tienen lugar en un partido de fútbol del Club Deportivo Alhaurino, club decano de Málaga, el señor Juan Martín Serón no actuaría prohibiendo el balompié ni los balones.

PD: Lo más fácil y rancio sería ocultar que pasan estas cosas, pero sería como un atajo que te lleva al desfiladero. Aunque el camino sea más largo y pedregoso, para que sobreviva la tauromaquia, y su mundo, hace falta denunciar, denunciar y denunciar hasta que todo este tipo de acaecimientos se corten por lo sano.

Antonio Díaz en su blog

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